dijous, 12 d’abril del 2018

LA SUIZA LETONA Y SUS CASTILLOS



Después de unos días inmersos en la vida de la capital letona, apetecía respirar campo, zona verde y aire puro. Proseguimos el viaje por las Repúblicas Bálticas adentrándonos en el cercano Parque Nacional de Gauja, (declarado así en 1973).
Este parque que abarca unos 100 km, es el más antiguo e importante del país; es un refugio de naturaleza y también de historia porque allí sobreviven las ruinas de varios castillos como los de Sigulda y, unos kilómetros más al norte, el de Turaida, medievales, del siglo XIII.



Es una zona boscosa donde el árbol predominante es el pino y sólo los castillos sobresalen entre las copas de los árboles. Se extiende a lo largo del valle del río Gauja que va desde Sigulda hasta Valmiera; se la conoce como la Suiza Letona.
El río Gauja atraviesa los bosques llamados de Vidzeme erosionando las tierras areniscas y formando caprichosas formas rojizas y hondos cañones.



El acceso al parque por carretera es bueno porque lo recorren la A2 y la A3 y el mejor punto de entrada si vienes desde la capital Riga, es Sigulda.
A Sigulda se la conoce como la capital de invierno de Letonia. Es una extensa población situada dentro de esa panorámica zona de bosques y un buen punto de partida para visitar estos lugares llenos de historia y leyendas. Hay un punto de información que ofrece un plano con las diferentes rutas que puedes seguir.


Si sólo se dispone de un día, lo mejor es hacer una ruta circular que pasa por los dos castillos de Sigulda, la Cueva de Gutmana y el Castillo de Turaida. Es una ruta de unos 5 kilómetros caminando.
Cerca del punto de información se localiza la iglesia luterana vieja de St Berthold de Sigulda, que destaca con su fachada de un blanco impecable sobre el color verde de los alrededores.
Luego el primer castillo que aparece es el
Viejo Castillo, una fortaleza medieval de 1207, tipo castillo con capilla, construida por la Orden de los Hermanos Livonios que era una orden monástica que cristianizó el país. Con la llegada de las armas de fuego, las fortalezas medievales fueron perdiendo su importancia inicial. Hoy está en ruinas.

A escasos metros del castillo medieval encontramos el Castillo Nuevo convertido hoy en balneario con cafetería. Es una mansión neogótica del siglo XIX, construido en 1878 sobre un antiguo edificio de piedra. La entrada es por un precioso jardín, pero se contempla desde la verja.




Continuando la ruta se encuentra la Cueva Gutmann, que es la mayor cueva erosionada del Báltico con 12 m de anchura y 10 m de altura. De ella mana un pequeño arroyo cuyas aguas dicen que alargan la vida.
Lo curioso son sus paredes que están repletas de inscripciones, dibujos y firmas de personas enamoradas o no que, desde el siglo XVII, las han ido dejando. Las más antiguas están en la pared de la derecha.
Es en este lugar donde se ambienta la famosa leyenda letona de la Rosa de Turaida. ( Transcribo de un libro de leyendas )



A principios del siglo XVII una niña fue encontrada en brazos de su madre muerta por el secretario del castillo de Turaida tras una cruel batalla entre suecos y polacos.
El secretario la hizo pasar por su propia hija y le puso el nombre de Maija. Con el paso de los años, la belleza de Maija fue en aumento, llegando a ser conocida como La Rosa de Turaida.
Ella se enamoró de Víctor, el jardinero en el castillo de Sigulda, y quedaban a menudo en una cueva situada a medio camino de ambos castillos para dar rienda suelta a sus pasiones amatorias.
En 1620 Víctor y Maija se comprometen, y un día ella recibe una carta de Víctor pidiéndole que vaya hasta la cueva. Cuando Maija llega comprueba que no es Víctor quién la espera, sino un soldado polaco que trata de violarla.
Para evitarlo, Maija le promete que si la deja ir le entregará un pañuelo mágico que tiene el poder de hacer inmune a cualquier tipo de daño a su portador. Para convencerlo, le propone que pruebe con ella misma.
El soldado la golpea con un hacha y la mata, pero Maija logra conservar su honor.
Víctor enterró a su prometida en los jardines del castillo de Turaida, plantó un tilo sobre su tumba y abandonó el país para siempre.

Algunos enamorados acuden a la cueva a prometerse fidelidad grabando sus nombres en la roca.




Siguiendo por el mismo sendero se llega a la atracción más importante de Sigulda: la Reserva Museo de Turaida, uno de los lugares que más leyendas ha generado a lo largo de los años.
Se trata de un gran espacio, ocupa 42 hectáreas al aire libre y allí podemos visitar reconstrucciones de casas de madera de época que albergan talleres de artesanos y exposiciones con información de la historia del castillo y el estilo de vida en la región a lo largo de su historia.
Entre estas edificaciones típicas destaca la Iglesia de Madera de Turaida, una de las más antiguas de Letonia (1750), restaurada siguiendo las técnicas de la época y utilizando el mismo tipo de madera para no alterar su aspecto original.
Enfrente de la iglesia hay una lápida en honor de la Rosa de Turaida. Detrás una explanada verde, tipo jardín, con 26 esculturas dedicadas al folklore de Letonia.




Paseando por cualquier de los senderos por los que perderse se llega a la estrella de la Reserva, el Castillo de Turaida.
Este castillo fue una grandiosa fortaleza construida por el arzobispo de Riga que más tarde pasó a los dominios de los Caballeros Portaespada después de una dura batalla a finales del siglo XIII. Después del tiempo transcurrido desde su construcción y los sucesivos conflictos bélicos, el castillo actual presenta mejor imagen por fuera que por dentro,
Lo más llamativo es el ladrillo rojo de sus murallas y la gran torre principal. Esta torre es accesible y se puede subir hasta lo alto para contemplar todo el recinto amurallado y los paisajes hermosos que la rodean.




En el interior de la fortaleza también se encuentra la tumba de la Rosa de Turaida. Una sencilla lápida señala que fue enterrada por su amante que plantó un tilo sobre ella.
Muchos recién casados letones visitan la tumba de la Rosa de Turaida y dejan flores. 


Aquí pusimos punto final a este hermoso país que es Letonia. Estonia nos esperaba con los brazos abiertos




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