En el norte de la provincia de Burgos, entre las comarcas de La Bureba y Las Merindades, se esconde una ruta mágica que parece sacada de un libro de historia. Frías, Oña y Poza de la Sal son tres pueblos que resumen buena parte del espíritu de Castilla: fortalezas medievales, monasterios milenarios y un paisaje que parece detenido en el tiempo.
Esta ruta en coche es ideal para explorar cuáles fueron las raíces de Castilla, con paisajes espectaculares, patrimonio medieval y mucha historia.
Aquí os propongo una ruta circular de un día (o dos, si se desea hacerla con más calma), partiendo desde Burgos ciudad, aunque se puede adaptar según el punto de partida. (Otro buen punto sería Briviesca)

Itinerario sugerido (1 día)
Briviesca→ Poza de la Sal (25 min)
Poza de la Sal → Oña (17 min)
Oña → Frías (27 min)
Frías → Tobera y regreso a Briviesca (40 min)
Ocurre muchas veces que los viajeros sentimos que hay lugares en los que el tiempo no corre, si no que camina despacio, con paso firme, como si se resistiera a borrar las huellas de un pasado que todavía late en cada piedra y en cada torre.
Así es esta ruta entre Poza de la Sal, Oña y Frías, esos tres pueblos burgaleses que no solo están conectados por carreteras sinuosas y paisajes bonitos, sino por un alma común: la de Castilla en sus inicios.
Esta tierra vio nacer leyendas, reyes, monasterios, batallas y silencios. Y ahora, siglos después, nos ofrece una escapada inolvidable por el corazón histórico de Castilla.
Primera parada: Poza de la Sal, salinas, historia y naturaleza.
Desde que te acercas por carretera, Poza de la Sal se presenta como un pequeño milagro geológico y humano. A un lado, el diapiro —una herida blanca en la tierra que recuerda la importancia milenaria de la sal— y al otro, el pueblo, un apretado de casas de madera y tejas rojizas que trepan por la ladera.
Poza fue un centro estratégico de explotación de sal desde tiempos de los romanos. Pero más allá de sus salinas, que aún hoy pueden visitarse, Poza es historia viva. Aquí nació el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, y su legado impregna el aire limpio y las rutas que rodean el pueblo, como si cada ave en el cielo llevara su nombre.
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Iglesia de San Cosme y San Damián |
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Las Salinas |
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Félix Rodríguez de la Fuente |
Hay que subir al castillo de los Rojas, que guarda silenciosamente las vistas más sobrecogedoras de La Bureba. Allí, el horizonte se deshace en campos dorados, como si Castilla todavía fuera un mar de trigo sin fin como nos decían cuando estudiábamos geografía en el instituto.
Qué ver en Poza:
Las salinas, perfectamente conservadas.
El Castillo de los Rojas, con unas vistas espectaculares de La Bureba.
La casa natal de Félix Rodríguez de la Fuente, figura clave de la divulgación naturalista en España.
Segunda parada: Oña, el monasterio que soñó con un reino
A unos kilómetros, tras un breve trayecto entre colinas y bosques, aparece Oña, recogida en un valle verde, entre peñas y agua.
Poza guarda la memoria de la tierra, Oña custodia el alma de Castilla.
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Iglesia de San Salvador |
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Antiguo Monasterio de San Salvador |
El Monasterio de San Salvador, fundado en el año 1011, no es solo una joya del románico: es el panteón de los primeros reyes castellanos y navarros. Sus muros de piedra milenaria parecen haber absorbido siglos de oraciones, conspiraciones, alianzas y silencios. Allí están enterrados condes, infantes y reyes; allí nació, en muchos sentidos, la Castilla que siglos después sería imperio.
Caminar por el claustro, admirar sus retablos, dejarse guiar por su historia… es una experiencia que va más allá del turismo. Es reencuentro con las raíces.
Pero Oña no es solo historia: su entorno natural, presidido por el río Oca, ofrece rutas entre hayedos y cortados, como la del desfiladero del Oca, perfecta para una tarde de paseo entre sombras frescas y susurros de agua.
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Desfiladero del Oca |
Imprescindibles en Oña:
Visita guiada al monasterio, que combina historia, arte románico y espiritualidad.
El barranco del Oca, ideal para una caminata al aire libre.
Casa del Parque del espacio natural Montes Obarenes-San Zadornil, si te interesa el turismo de naturaleza.
Tercera parada: Frías, la ciudad más pequeña de España
Y cuando ya crees que la ruta no puede darte más, llegas a Frías. Lo primero que impresiona es su posición: un pueblo que desafía la gravedad, colgado sobre un promontorio de roca, con un castillo en lo alto que parece flotar entre nubes y siglos.
Frías es oficialmente la ciudad más pequeña de España, pero no le hace falta tamaño para dejar huella. De hecho, parece que cada piedra de sus calles empedradas, cada casa colgada sobre el abismo, cada arco medieval, quiere contarte una historia.
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Puente medieval sobre el Ebro |
El puente medieval sobre el Ebro, con su torre defensiva en el centro, es uno de los más bellos del país. Cruzarlo es como traspasar un portal en el tiempo.
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Castillo de los Velasco |
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Callejeando por sus calles |
Arriba, el Castillo de los Velasco vigila desde su torre del homenaje. Y abajo, en las calles no hace falta hacer nada más que pasear. Sentarte en una plaza. Mirar al valle. Respirar. Porque Frías no se visita, se contempla y se siente.
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Casas colgadas |
Qué no perderse en Frías:
El Castillo de los Velasco, con su torre del homenaje y vistas únicas.
El puente medieval de origen romano.
Pasear sin rumbo por su casco urbano, descubriendo detalles en cada esquina.
Cuarta parada: Tobera, un rincón con mucho encanto
A escasos kilómetros de Frías, en la cercana localidad de Tobera, encontramos uno de los rincones con más encanto de Las Merindades: un pequeño templo de estilo románico que fue construido en el siglo XIII bajo las paredes del desfiladero.
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Ermita de Nuestra Señora de la Hoz.
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Nos referimos a la ermita de Nuestra Señora de la Hoz.
Junto a la ermita se encuentra el antiguo puente medieval que cruza el río Molinar y el humilladero del Cristo de los Remedios (siglo XVII) El conjunto es un regalo para los viajeros que lo contemplan.
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Río Molinar |
Desde la ermita se inicia un interesante recorrido semicircular de poco más de un kilómetro junto al río Molinar. Este paseo que lo pudo hacer Joseph, permite descubrir dos bonitas cascadas ubicadas en el cercano pueblo de Tobera.
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Cascada de Tobera en la ruta del río Molinar |
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Cascadas de Tobera en la ruta del río Molinar
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Aquí el río Molinar salva el fuerte desnivel camino hacia el río Ebro con varios saltos de agua de excepcional belleza.
Este viaje ha sido una inmersión en las raíces de Castilla, en su historia, su paisaje y su alma. Aquí los pueblos no han sido invadidos por la prisa, ni por el turismo de masas. Aquí se sigue hablando con calma, saludando al vecino, cocinando a fuego lento.
Estaba pensando si será igual en verano y los fines de semana,
¡¡¡no sé, no sé !!!
Y cuando he regresado a casa, algo de ese espíritu se ha venido conmigo.