La
mayoría de viajeros que visitan España suelen preguntar la
diferencia que hay entre un “pintxo” y una tapa. Cuando yo era
joven, por regla general, el “pintxo” se entendía como aquel que
se puede comer con las manos de no más de dos bocados. A diferencia,
la tapa era un plato a consumir con cubierto. Actualmente
estos conceptos no están claros.
El
“pintxo” siempre se ha consumido en Euskadi, allí es
prácticamente obligatorio cuando se sale a “txikear” (tomar
vasitos de vino) o a “zurriquear” (tomar vasitos de cerveza), en
la hora del aperitivo o tras la jornada laboral. Más al sur de
nuestro país están habituados a la palabra tapa.
Tradicionalmente,
los
primeros “pintxos” no eran más que una aceituna o un huevo duro
pinchados en un palillo, acompañando una bebida. Las tapas solían
ser pequeños bocados sobre rebanadas de pan,
un
platito de aceitunas, unos taquitos de queso …
pero cada vez esto
fue cambiando . Luego
fue
más habitual encontrar platos calientes y de
mayor elaboración. ¡De
ahí a lo que tenemos
hoy hay buena diferencia !
Como
siempre pasa en nuestras escapadas, la comida tiene un lugar
importante en nuestras vidas porque si uno prueba las especialidades del lugar visitado
parece que el recuerdo del
viaje sea
más imborrable. De la cocina vasca ¿qué os voy a decir si yo viví
cinco enriquecedores años en esas tierras y aprendí lo
poco que sé de cazuelas y fogones ?
El
fin de semana que pasamos en Vitoria, disfrutamos de lo lindo siendo
“txikiteros” Cada noche en el casco antiguo y cambiando de local,
probamos esos riquísimos saberes culinarios en pequeñas porciones.
El
primer día, a la hora del aperitivo estábamos listos para comernos
Vitoria-Gasteiz .Y así los otros días.
La
Almendra que así se llama el casco antiguo de la ciudad, está
repleto de locales más que interesantes desde el punto de vista
gastronómico. Sus calles llevan el nombre de los gremios de
artesanos de la Edad Media: Herrería, Tenerías, Pintorería ….
Tres de ellas, Zapatería (la “zapa”), Cuchillería (la kutxi”)
y Correría (la “corre”) se han convertido en una especie de ruta
de jarana en la que irse a “txikitear”.
Nos
encontramos barras
atestadas de pequeñas creaciones, multicolores y sabrosas,
elaboradas para el placer
de la vista y el paladar. En
cuestión de media hora vimos pasar por nuestros ojos una
interminable
procesión de “pintxos”
recién hechos que
nos seducían con sus colores, olores, texturas y cautivadores
nombres.
El
vitoriano es un tapeo de horarios y mareas: las barras se llenan al
paso de las cuadrillas y se vacían, alternativamente, como una
orilla batida por el oleaje. Había leído en la red recomendaciones
de bares, restaurantes y tabernas, pero no es necesario que os
indique instrucciones de dónde ir porque el placer de ir
descubriendo lugares forma parte de la aventura viajera.
¡Estáis
en el paraíso de los “pintxos”!
Esta web es útil para consultar rutas de "pintxos", precios, días de la semana donde encontrar mejores ofertas, locales ... etc.