De
todos los parques que hay en la ciudad, es este el preferido por los
vitorianos; es el que les pilla de paso para ir a casi cualquier
sitio y es también un lugar de encuentro o de retiro. Cualquier
momento es bueno para pasear al abrigo de la vegetación exuberante
que exhibe.
Hacia
las seis de la tarde salimos del hotel y nos dirigimos hacia este
céntrico Parque de la Florida que está a pocos metros del hotel
elegido.
Este
parque puede considerarse como
un Jardín
Botánico,
de estilo romántico. Está lleno de cruces de caminos y lugares, con
riachuelos y pequeños bosques. Tiene una superficie total de 35.000
metros cuadrados y cuenta con 95 especies de árboles y 79 de
arbustos que forman parte de la colección botánica más importante
de la ciudad con numerosas especies exóticas traídas de distintos
lugares del mundo.
Dentro
del Parque encontramos el clásico quiosco metálico de música que
data del año 1890, rodeado de cuatro esculturas de reyes godos. Ese
quiosco me encantó.
En
el margen izquierdo, en el Paseo de Francisco de Vitoria se pueden
contemplar palacetes de comienzos del siglo XIX, el Museo de la
Armería, la sede de la presidencia del Gobierno Vasco y residencia
del Lehendakari y en el margen derecho un edificio Neo-renacentista
de 1912, actualmente ocupado por el Museo de Bellas Artes.
Con
casi dos siglos de vida, el parque no quiere envejecer: se han
retomado los históricos bailes de la Florida alrededor del quiosco,
se han vuelto a escribir los nombres de los árboles en latín y
continúan grabándose, año tras año, en el banco inaugurado con
motivo del 30º aniversario del festival de Jazz, los nombres de los
músicos que participan en el certamen.
Una
cosa curiosa que llamó nuestra atención fue que los brazos de los
bancos del Parque tienen la forma de las hojas de sus árboles.