diumenge, 5 de juny del 2022

UNA JORNADA EN COLLIURE


 

Siguiendo La Ruta del Exilio unos kilómetros al sur de la playa de Argelès-sur-Mer de donde veníamos, llegamos a Colliure, una hermosa localidad que ha conservado la imagen histórica pese a la cantidad de turistas que la visitan.

Este pueblo pintoresco, a unos 30 km de la frontera entre España y Francia y apenas dos horas desde Barcelona, es un lugar perfecto para una escapada de fin de semana.

Aislada entre montañas, situada en una bahía junto al mar, con tres playas muy coquetas y un puerto pesquero, todas sus casas están dominadas por dos monumentos emblemáticos: la hermosa Iglesia de Notre-Dame-des-Anges y una fortaleza que se llama Château Royal.






Iglesia de Notre-Dame-des-Anges


Es una sencilla iglesia parroquial del siglo XVII de modestas dimensiones, pero su situación, al borde del mar, es única. Pasees por donde pasees los pasos siempre te llevan hacia ella; no puedes evitar verla, es una iglesia con los pies en el Mediterráneo.

Su campanario, antiguo faro que parece flotar sobre el mar, domina el paisaje de la bahía.






La iglesia se levantó entre 1684 y 1691 para remplazar a la antigua iglesia parroquial, que fue derruida durante la ampliación del Château Royal. Por lo demás, esta iglesia es un buen ejemplo de arquitectura religiosa de la costa catalana del siglo XVII, similar a otras, como la de Cadaqués.

Dicen que vale la pena entrar para sentir el ambiente de oración de los antiguos pescadores, nosotros no pudimos; actualmente la están restaurando.

Detrás de la iglesia hay unas calas pequeñas separadas por una escollera que lleva a un islote rocoso donde se alza la Capilla de Saint-Vicent.





Fortaleza Château Royal.


La oficina de turismo    de la ciudad lo describe como una pieza maestra que fue construida sobre unas ruinas romanas como residencia de los condes de Roussillon y más tarde, para los Reyes de Aragón.

También lo usaron los Reyes de Mallorca y los Habsburgo. Estuvo ocupado por los Borbones hasta 1642 y fue declarado monumento histórico en 1922. Más tarde pasó a la armada francesa hasta 1945.

De todo aquello se mantienen en pie varias estructuras y se puede dar un paseo por las murallas, pero las pocas salas visitables están todas vacías. De todos modos allí se organizan exposiciones temporales.




Nosotros dimos un largo paseo bordeando este castillo y llegamos hasta la iglesia y el faro. Es una delicia pararte en la playa y recrear una interpretación de Derain o Matisse. Cada rincón te los recuerda: el color del fauvismo en sus casas, las barcas. Cierto es que lo hemos visitado a finales de mayo y no sé si conservará el mismo encanto en otros meses porque estará más masificado.



El Barrio del Mouré


Una de las cosas mejores qué ver y sobre todo qué hacer en Colliure es perderse entre las calles estrechas del Mouré, el antiguo barrio de pescadores. (¡Aquí sí que estamos felices los “Jubiletos”!)

Es una zona que tiene un aire muy mediterráneo, con las casas rosas como la tierra o más oscuras, ventanas verdes, callejuelas empinadas pavimentadas con guijarros y balcones llenos de flores, (me sigue recordando a Cadaqués).






Pintores como Picasso, Chagall, Derain, Marquet y Matisse llegaron a Colliure atraídos por ese color tan especial que tiene este lugar.

Picasso iba a menudo a llenarse de esta atmósfera, igual que hacía Dalí en Cadaqués.

Actualmente aún sigue acogiendo pintores de todos los lugares y estilos que encuentran inspiración para dar rienda suelta al color de sus obras.


La oficina de turismo invita a que se haga un interesante recorrido por el pueblo y también en las alturas de Colliure, para iniciarse en el movimiento artístico del Fauvismo.

El Fauvismo es una corriente pictórica que se inició en este lugar de la mano de los pintores Henri Matisse y André Derain. Ellos experimentaron durante el verano de 1905 una nueva forma de pintar: la pintura ya no sirve para reproducir la realidad sino para expresar una emoción.

Bajo sus pinceles, la línea se simplifica, el color utilizado es puro y expresivo.

El ayuntamiento editó las reproducciones de los veinte cuadros que fueron pintados en Colliure por estos pintores y te los vas encontrando ubicados en el sitio exacto donde los artistas plantaron el caballete.

Es la llamada Ruta del Fauvismo.







De esta manera también se descubren rincones bonitos del pueblo y de la naturaleza que lo rodea. Y, al mismo tiempo, conoces las obras de estos artistas.

Se puede hacer un alto en el paseo y sentarse en alguno de los bares y restaurantes allí situados.



La tumba de Machado



Collioure estará siempre vinculado a la figura de Machado y así lo recordaba desde la primera vez que la visité hace muchísimos años.

Casualidades de la vida, hace unos meses hicimos la Ruta de Machado recorriendo las calles de Soria y ahora me encontraba a 600 km, en Collioure, frente a la tumba del poeta.

Antonio Machado bajó del tren procedente de Cerbère un 28 de enero de 1939 y como muchos republicanos, huía del avance del ejército franquista. Viajaba acompañado de su madre, su hermano y su cuñada.

Su destino no era Collioure, pero su exilio sería corto porque un mes después, el 22 de febrero murió en el Hotel Bougnol-Quintana a causa de una neumonía. Tenía 64 años.

Su madre tres días después. Madre e hijo fueron enterrados en un nicho cedido por una vecina, en el pequeño cementerio del centro.





La tumba del poeta, a la entrada, no tiene pérdida; es un espacio que se ha transformado en un lugar emblemático para la memoria y el recuerdo. Está cubierta con la bandera española republicana, y llena de mensajes y flores.

Sobre una placa de cerámica hay un poema escrito por Machado con una estrofa premonitoria:



«Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar”.




La emoción siempre embriaga al viajero cuando llega a Colliure.





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