Al
empezar a escribir esta entrada he recordado mis años de juventud
cuando seguía las andanzas del Dúo Dinámico. Recuerdo que vi
varias veces la película “Escala en Tenerife”, rodada en el
Puerto de Santa Cruz. Sus canciones “Perdóname” y “Eres tú”, que yo escuchaba tanto, me traían embobada. Entonces, que aún no
había experimentado el gusto por viajar, mi mayor deseo era poder
algún día visitar ese lugar simplemente porque habían estado mis
ídolos de adolescencia.
Las
Islas Canarias siempre han estado ahí cerca y, simplemente por eso,
yo postergaba la visita. De pronto me encontré con un regalo de
aniversario de una estancia de ocho días en un hotel de Puerto de la
Cruz. Con ilusión preparamos la maleta de jubilados.
Siempre
supe que este municipio costero tenía gran tradición hotelera
porque su agradable clima lo convirtió en el primer centro turístico
de Canarias; lo que me encontré después sobrepasó mis
expectativas. Lo que sí teníamos claro que no pisaríamos ninguno
de los tópicos que lo envuelven; no visitaríamos parque temático
alguno, no nos tumbaríamos en sus playas de arena negra y no
contrataríamos las excursiones que ofrecen las agencias a los
turistas. Lo mejor sería descubrir los tesoros que estaban allí
desde tiempos muy remotos, patear, ir en transporte público, taxi o
alquilando un coche a nuestro aire.
Puerto
de Santa Cruz
fue nuestro campamento base para explorar el resto de la isla. Cada
tarde al volver de nuestra ruta paseábamos hasta el puerto pesquero,
adonde arriban temprano las barquitas con el pescado fresco. El olor
inconfundible a agua salada, las redes en el amarradero, la llegada
de las barcas y todo el entorno lo convierte en un sitio muy
atractivo.
Allí,
altiva y elegante está
la Gangochera
de bronce, estatua a manera de homenaje y recuerdo a las vendedoras
de pescado, mujeres que representaron la dignidad de un pueblo que
antes de la llegada del turismo, basó parte de su economía en los
trabajos dependientes de la mar.El
escultor supo plasmar el
simpático contoneo de sus figuras con las cestas de pescado en la
cabeza, anunciando la llegada de los regalos del mar para venderlos.
Muy
cerca del puerto se encuentra la plaza
del Charco
que tiene mucha animación independientemente de la hora que sea y la
plaza
de la Antigua
también con una ubicación muy buena. Callejear, descansar, tomarte
un mojito, saborear el ambiente...
Después
de cenar paseábamos por el paseo San
Telmo
hasta la ermita de dicho santo patrón de los marineros, ubicada
junto al mar. Dando este paseo se tiene el privilegio de ver romper
las olas con el espectacular Lago
Martiánez al
fondo. Todo esto comporta una imagen muy hermosa.
Quien
desee disfrutar del océano Atlántico con algo más de calma, puede
escoger entre las piscinas Naturales
de San Telmo
, las playas de arena volcánica negra de Playa
Jardín
o el Complejo de
Piscinas Lago Martiánez.con
su inmensa piscina de agua salada mientras te tomas un refresco
reposando en una tumbona.
La
mayor parte de la gente llega a Puerto de la Cruz nada más a pasar
el día para visitar el famoso Jardín
Botánico
o el Loro
Parque.
Una experiencia entre loros, orcas, delfines y tigres, un día de
diversión para muchas familias, pero nada atractiva para nosotros.