El
casco viejo
llamado Vecriga es un laberinto de serpenteantes calles empedradas
peatonales entre las que sobresalen bonitas casas renacentistas de
antiguos comerciantes y torres de muchas iglesias. Es muy fácil de
recorrer a pie; a los coches sólo se les permite circular por un par
de calles y no hay transporte público.
No
encuentras una ruta marcada para seguirla, lo mejor es callejear sin
rumbo fijo y disfrutar del entorno y de las sorpresas arquitectónicas
que vas descubriendo.
Siguiendo
la imagen de una torre hermosa que parecía llamarnos desde las
alturas, llegamos a la plaza Doma donde se encuentra la grandiosa
figura de la Catedral
de Riga,
luterana y la de mayor culto de las repúblicas bálticas. El
edificio es de principios del siglo XIII, mezcla de estilo románico,
gótico y barroco. El interior esconde su mayor tesoro: un órgano de
6.768 tubos que es de los más grandes del mundo.
Muy
cercana se sitúa la
Plaza del Ayuntamiento (Ratslaukums) y
en medio la Estatua
de Roland,
legendario caballero medieval que se convirtió en símbolo de la
lucha de las ciudades por independizarse de la nobleza.
Muchos
de los edificios que hay en esta plaza y sus alrededores, fueron
destruidos por las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial,
pero fueron reconstruidos más tarde.
Frente
al Ayuntamiento se alza altiva
la Casa de las Cabezas Negras,
edificio de estilo flamenco, ricamente decorado que fue sede del
gremio de mercaderes alemanes.
Desde allí nos acercamos a la Iglesia de San Pedro, luterana y muy hermosa también. Aconsejan subir al mirador en lo alto del campanario pues tiene las mejores vistas de la ciudad.
Detrás de esta iglesia está la Estatua de los Músicos de Bremen, en honor a Buxthoeven, obispo de Riga, nacido en Bremen. La estatua de un burro, un perro, un gato y un gallo, apilados uno sobre el otro y con las trompas gastadas hacen irresistible la costumbre de tocarles las narices para volver a la ciudad.
Muy cerca por una de las calles más bonitas de la ciudad, Skarnu iela, se llega a la plaza Livu. Este es el lugar que nunca duerme, como en la canción sobre la ciudad de Nueva York. Plaza Līvu es el centro de la vida juvenil de Riga. En verano tiene cafés al aire libre y parterres de flores de muchos colores que están diseñados como olas para recordar el río perdido del que antiguamente se llamaba Riga. En invierno esta plaza ofrece una pista de patinaje.
Allí
están otros famosos edificios, el
Pequeño Gremio, el Gran Gremio, casas
gremiales del s.XVIII que reunían artesanos y mercaderes
respectivamente.
Muy cercana está
la
Casa del Gato que
debe
su
nombre a los dos gatos con el lomo encorvado que figuran sobre las
torretas culminando el edificio. Se dice que el arquitecto letón los
colocó allí a modo de protesta, ya que el Gran Gremio le vetó su
entrada, que sólo permitida a alemanes.
Si
a estas alturas crees que lo has visto todo de este hermoso centro
antiguo, te equivocas. Te queda los Tres
Hermanos,
tres casas contiguas que recuerdan la época en que la ciudad formaba
parte de la Liga Hanseática y el comercio era muy importante.
La
casa más antigua es la casa blanca con un aguilón escalonado y
fachada inclinada, del siglo XV y es la construcción para vivienda
más antigua de Riga. Las otras del XVII y XVIII,
Y
entrando por la Puerta
Sueca se
recorre lo que resta de las murallas y la Torre de la Pólvora
al fondo. Me encantó este espacio: la Puerta Sueca comunica las
tiendas y bares coquetos
de la calle Torna con Aldaru, más tranquila y agradable. Las
parejas de recién casados cruzan esta puerta en su recorrido por la
ciudad, porque se dice que traspasarla da buena suerte.