Teníamos
mucha curiosidad por conocer un lugar que algunos turistas califican
como insólito, misterioso, inusual, extravagante y curioso … de
esos sitios que llaman la atención porque nunca creerías que
existen : una pequeña colina plagada de miles de cruces.
¿Cómo
llegar ?
La
mayoría de visitantes lo hacen llegando en autobús o en bus regular
desde Siauliai,
la cuarta ciudad más grande de Lituania
que está muy bien comunicada con Vilnius.
Desde
Siauliai hay que coger un bus que sale con regularidad y te lleva al
lugar que queda a tan sólo 10 kilómetros.
Si
vas en coche la distancia desde Vilnius es de unos 220 kilómetros y
nos fue perfecto para hacer una parada más en el trayecto hasta
Riga (capital de Letonia).
El
acceso a la colina es libre, pero hay un centro de visitantes a la
entrada por si quieres pedir información, comprar recuerdos o ir a
los servicios.
Después
caminas unos metros hasta el montículo donde se amontonan las
cruces.
¿Qué
te encuentras en ese lugar?
Una
loma plagada de cruces, crucifijos y rosarios apelotonados donde
puedes caminar por los pequeños senderos que permiten cruzarla
longitudinalmente o transversalmente. Dicen que hay más de 100.000,
pero es imposible contarlas, y la cifra crece cada día.
Las
hay de hierro forjado muy trabajadas; sencillas, hechas con listones
de madera; grabadas o sin ningún escrito. También hay mucha
variedad en los tamaños, desde cruces de pocos centímetros hasta
grandiosas cruces de varios metros de altura. Es un espectáculo que
no sabes bien cómo definirlo.
¿Cómo
llegaron a ese lugar ?
Hay
una leyenda que dice que durante la Edad Media, hacia el siglo XV, ya
aparecieron las primeras cruces católicas para homenajear a los
ciudadanos de Siauliai
que
habían muerto ante los Caballeros Teutónicos. Pero la versión más
extendida de su origen cuenta que los lituanos empezaron a colocarlas
entre el 1831 y el 1863 cuando el Imperio Ruso colonizó esta zona
del Báltico. De manera que la colina se convirtió en un símbolo de
la opresión del invasor ruso y de nuevo se plantaron cruces.
Esta
tradición quedó latente durante unos años, pero regresó con
fuerza en el siglo XX con las grandes guerras y las ocupaciones nazis
y soviéticas. Este lugar se convirtió en lugar de peregrinación
religiosa, como símbolo de anhelo de libertad del pueblo lituano y
también como ejemplo de resistencia contra el invasor.
El
régimen stalinista intentó anularlo quemándolo varias veces,
nivelando la colina y haciendo un vertedero, pero a los pocos días
los lituanos volvían a colocar cruces en el mismo lugar.
Las
cruces más antiguas que se encuentran datan del 1985, época de
apertura política de Gorbachov donde esta manifestación fue
consentida.
Es
un lugar donde la religión, el misticismo y el sentimiento
nacionalista de los lituanos se encuentran.