Parece
increíble que a tan pocos kilómetros de las grandes urbanizaciones
costeras de la costa blanca alicantina, con Benidorm al frente,
aparezcan esos hermosos paisajes de montaña.
El
valle de Guadalest, situado en el interior de la comarca
alicantina de la Marina Baixa, es una depresión entre las sierras de
Aitana y Serradella. Atravesado por el río que lleva el mismo nombre
tiene una buena representación de los ambientes naturales de la
montaña mediterránea
.
Según
se sube por la C-3318 desde Callosa hasta el pantano de Guadalest,
nos encontramos un paisaje lleno de nísperos, manzanos, almendros,
higueras y algarrobos.
Entre
estos campos de árboles frutales surgen montoncitos de casas blancas
apiñadas que forman pueblos blancos con nombres árabes que
recuerdan la influencia que tuvo en esta zona la presencia de los
musulmanes. Cruzamos Polop, Benimantell, Benifato, Beniardi ...Y
llegamos al mejor conservado y que da nombre al valle: Guadalest,
con la sierra de Aitana al fondo.
Te
cuentan que Guadalest está dentro de una montaña y no
imaginas cómo puede ser eso.
De
pronto aparece a lo lejos un campanario sobre una roca y no sobre una
iglesia como sería lo normal. Imaginamos que lo construirían así
para que fuera fácil la vigilancia en caso de invasión. Al
acercarnos vimos que es cierto lo que nos dijeron.
Guadalest
nos regala una imagen especial y única. Vemos que está situado en
lo alto de una formación rocosa. Esta escarpada situación del
pueblo hacía que fuese inexpugnable; por ese motivo fue la población
más importante del valle.
Para
poder acceder al interior de esa mole hay que cruzar por una puerta
escavada en la roca, el Portal de San José.
Este
portal divide los dos núcleos de población; el pueblo propiamente
dicho y el castillo completamente amurallado.
Entramos
en esta fortaleza, visitamos la Casa de los Orduña, vimos la iglesia
de la Asunción y nos fotografiamos, como la mayoría de viajeros,
delante de la mejor vista, arriba de todo, en la torre-cementerio
(conocida como el Castillo del Rey).
Delante,
cortado sobre el barranco, queda el campanario de la iglesia, todo un
símbolo de Guadalest. Muy cerca, el castillo de Alcozaiba que se
comunica a través de una escalera con la casa de Orduña, la más
antigua del valle.
En
el exterior, todas las calles del pueblo están empedradas y
sostienen casas blancas encaladas y luminosas que albergan tiendas y
locales de descanso, todo preparado para la enorme cantidad de
visitantes que recibe este lugar que fue declarado conjunto histórico
artístico.
En
lo alto de la calle principal (carrer del Vent), cuando ya no se
puede ir más arriba, hay una pequeña plaza. Allí se encuentra el
Ayuntamiento, rodeado de mesas de bares y restaurantes. Luego nos
detuvimos en un mirador. Las vistas que allí se divisan son
inmejorables porque puedes ver cómo las montañas cierran el valle.
En la base, transmitiendo serenidad y romanticismo, las aguas del
embalse.
Más
tarde comimos cocina típica de la zona en un restaurante de
Benimantell, “L'obrer”, recomendado por la calidad-precio.
Nos gustó mucho el plato típico que nos recomendaron: ”la
olleta de blat”, con alubias, acelgas, pencas y nabos. De
postre, helado de nísperos porque éstos son los reyes de este
valle. Nos dijeron que en mayo, antes de la recogida, los campos de
nísperos lucen espectaculares.
De
regreso, cerca de Callosa, vimos la Fuentes del Algar, un paraje
natural muy concurrido. Se trata de una serie de fuentes y cascadas
naturales que vienen de la montaña y desembocan en el río Algar.
En la mayoría de los tramos se han formado pequeñas lagunas a
distintos niveles. El aprovechamiento de ese lugar ha hecho que esté
muy adecuado para los visitantes y, para poder entrar, hay que pagar una
entrada. En la zona hay varias parcelas donde se pueden dejar los
coches. También varios restaurantes.
Aunque
el lugar es muy famoso, no nos gustó en demasía; quizá había
hecho mella el cansancio del día. Quizá la proximidad de la bella
Altea, lugar donde pernoctamos. Quizá nos pareció demasiado
explotado turísticamente este paraje tan natural y agreste en sus
principios...