Uncastillo,
una pequeña villa en la que apenas setecientos
vecinos llenan
su padrón, fue plaza fuerte de los antiguos reinos de Navarra,
Castilla y Aragón. Tan rica historia quedó tallada en los aleros y
fachadas de un precioso conjunto de casas que festonean la ladera de
un cerro, la peña Ayllón.
Tan
escondida está esta villa, que para llegar a ella es casi obligado
atravesar casi toda la comarca de Las Cinco Villas zaragozana.
La
comarca de Las Cinco Villas
Tauste, Sádaba,
Uncastillo, Ejea de los Caballeros y Sos del Rey Católico,
cinco pueblos para una comarca que está enmarcada por el río
Gállego por el norte y las Bárdenas Reales navarras por el sur.
Fueron cinco, pero actualmente ya son algunos más que surgieron al
entorno de hectáreas de regadío que se riegan con el Canal de las
Bárdenas. La carretera principal que arranca de Alagón, a unos 25
kilómetros al este de Zaragoza por la autovía de Logroño, recorre
esta comarca de sur a norte.
Dicen que los
romanos cultivaron aquí gran parte del grano que se consumía en
Hispania. Los hombres de la Edad Media construyeron hermosos templos
románicos y el rey aragonés Alfonso I (1105),
convocó cortes en Ejea de
los Caballeros y concedió fueros. Imaginaros cómo pasó la historia
por estas tierras y algunas
villas son muy famosas por este pasado histórico.
Es el caso de Sos, que vio nacer al rey Fernando II de Aragón, más conocido como El Católico. Esta localidad ejerció de capital de la comarca durante siglos. Hoy es Ejea de los Caballeros la localidad que ejerce esta función, siendo, además, el municipio de mayor demografía de la comarca.Una de la señas
de identidad de esta comarca es el arte románico que está presente
en numerosas iglesias; y las hermosas juderías que dejaron rastros
del pasado sefardí medieval.
Todas estas
huellas históricas unidas a las tradiciones, artesanía y buena
gastronomía hacen que sea destino para una escapada de dos o tres
días.
Y para descansar
de la ruta, casas rurales, albergues y hoteles con encanto.
Uncastillo,
piedra sobre piedra
A mitad de camino
entre Ejea de los Caballeros y Sos del Rey Católico, la villa de
Uncastillo surge
de repente tendida en la falda del pelado cerro. Enseguida uno se da
cuenta que es uno de esos lugares que nunca descubren los secretos a
la primera vez que se visita.
Me fijé en los
colores de las piedras que según la luz cambían de ocres a grises,
la uniformidad de todas sus casas, la estrechez de sus calles …
Todo invitaba a perderse por el pueblo, a callejear sin rumbo.
Dejamos nuestra
furgo en un terreno adecentado como parking ya que casi todo
Uncastillo es peatonal.
A unos 100 m se
encuentra la Plaza Santa María y detrás, La Pastora, un
hotelito rural con encanto que teníamos reservado. Miguel, el
propietario, nos estaba esperando y después de enseñarnos la casa,
nos dio, plano en mano, todas las explicaciones posibles de la visita
a este conjunto románico del siglo XII.
Siguiendo sus
indicaciones nos acercamos a la iglesia de San Martin de Tours desde
donde se organizan unas visitas explicativas de la villa (11, 13 y 17
h ). De ese modo nos instruimos sobre lo que íbamos a ver y
disfrutariamos más del paseo.
Un
paseo por
la villa
Iglesia de San Martín de Tours |
Circulando por la
calle Mediavilla paramos delante de la hermosa
Iglesia de San Andrés,
del último tercio del s XVI y de estilo renacentista.
Y llegamos a una
de los edificios que más nos gustó: la
Colegiata de Santa María la Mayor.
Siempre he sentido predilección por los templos de estilo románico
porque su
sencillez y austeridad invitan
al recogimiento.
Santa María la
Mayor es románica del s XII, de una sola nave cubierta de bóveda de
cañón. Lo que más nos impresionó fue la portada sur, en la que se
representan escenas de carácter profano.
Y seguimos hasta la Plaza de la
Villa donde se encuentra el Ayuntamiento
que está ubicado en un
edificio del s XVI, renacentista, con claras influencia italianas
lejos de los palacios aragoneses de la época.
Casa Consistorial, del siglo XVI, renacentista |
Detalle del frontal del Ayuntamiento |
Muy cerca está la Plaza del Mercado donde descubrimos, en una esquina, la Lonja Medieval, construida en 1283 como hospital.. Muy cerca otra Iglesia, la de San Miguel, También románica del XII.
Alrededor de
ésta, una madeja de callejas envuelven la vieja
judería. Expulsados los
judíos en el verano de 1492, el lugar fue rebautizado como
Barrionuevo.
De las juderías que se pueden
visitar en Aragón, ésta se ha posicionado como la más completa.
Recorriendo este
barrio se ve la parte exterior de las casas, los
portales
con cruces esgrafiadas en la jamba derecha de la puerta con las que
señalaban sus casas los judíos conversos. Se puede visitar también
la antigua sinagoga
recuperada hace unos años. Muy
cerca está el Puente de los Judíos y el cementerio judío.
Para
terminar la visita visitamos el
Centro de Interpretación del Arte Religioso del Prepirineo.
Está en una nave donde se
ofrece un espectáculo de luz y sonido, y una exposición que
le va muy bien a la atmósfera mística que sale de la penumbra
del templo.
En una pantalla
oculta los visitantes pudimos ver un documental donde se explica la
vida de los canteros que levantaron las iglesias de esta zona.
Subimos
al Castillo
Lo que se dice
subir, subir … Jubileta no subió ! Pero Joseph sí llegó hasta lo
más alto del pueblo, la peña Ayllón,donde quedan los restos del
Castillo que en otros tiempos dominaba esta villa. Allí se
diferencian dos recintos: la Torre del Homenaje y el Palacio de Pedro
IV, del s XIV, y es un ejemplo único en Aragón de arquitectura
gótica palaciega.
La Torre del
Homenaje cobija el Museo de la Torre situado en dos plantas donde se
puede ver un audiovisual y diferentes exposiciones de la historia de
la villa.
Encima una
terraza, el lugar más elevado de Uncastillo, donde se ve todo el
entramado urbano de la villa y su entorno natural.
Desde allí
arriba se contempla una monumental panorámica. Joseph estuvo en el
techo de Uncastillo.
Además de
construcciones religiosas y de defensa, la villa reúne también un buen
número de casonas pertenecientes a antiguas familias de nobles.
La Posada de Uncastillo merece un 10
La Pastora de
Uncastillo está en el casco antiguo, dentro del conjunto
monumental, en una de las antiguas casas conservadas del siglo XVIII.
Ya por fuera, nos encantó; eso sin obviar el cálido ambiente y el
amable trato de Miguel, su propietario.
Miguel nos dio la
bienvenida como si fuéramos familiares, nos enseñó la casa y nos
animó a descubrir todos los rincones del pueblo.
Todo el hotelito
combina en su decoración elementos tradicionales de madera y piedra
con otros de diseño moderno. Tiene un salón para reunirse con
amigos, hermoso, práctico y acogedor de verdad.
La coqueta
habitación que ocupamos estaba decorada con mucho gusto, así como
el resto de la casa. Dormimos de un tirón hasta que nos despertó el
sonido de las campanas. Ya no entro en detalles de buena ducha, cama
cómoda y limpieza, todo genial. Me llamó la atención toda la
lencería de gran calidad.
El desayuno nos
deleitó el paladar y nos llenó el estómago.