dilluns, 12 d’abril del 2021

De ruta por Turquía: Una parada en Pamukkale

 



Leyendo un artículo de una revista de viajes me llamó la atención la descripción que hacía el articulista sobre un lugar de la superficie de la tierra donde no era necesario volar para caminar sobre las nubes. Se refería a Pamukkale, uno de los lugares con más renombre de Turquía y una de sus imágenes más familiares en los folletos turísticos.

Decía el articulista que contemplar las blancas terrazas con agua de color azul  turquesa, cuando hace buen tiempo, era un espectáculo insólito.




Mi expectación fue en aumento a medida que nos acercábamos a este sitio.
Al llegar se entiende el porqué su nombre significa "castillos de algodón", en turco.


Se ven numerosas y blancas terrazas de agua termal de origen natural (travertinos) que se disponen en cascada sobre la ladera de una montaña. Desde lejos este paisaje de aspecto etéreo parece estar hecho de yeso o de espuma petrificada o, más bien, como de porexpan.








Betula, nuestra guía, nos dice que este hermoso escenario, en realidad se trata de una formación caliza de 200 metros de altura y 2,5 kilómetros de longitud. 
La materia prima de este tipo de "castillos de algodón" está flotando en el agua que mana de las fuentes termales del lugar, rica en creta, calcio y bicarbonatos (de cada 250 litros, se sedimentan 500 gramos de mineral de creta que van incrementando el tamaño, día a día, de este escenario.

Para una información más correcta busque en San Google y vea las fotos que pongo por si desea hacerse una idea.

Quiero transmitir la suerte que tuvimos de que la visita fuera por la tarde porque contemplar la puesta de sol sobre los travertinos fue un increíble espectáculo visual, que te llena de un montón de emociones.



Cuando cae la luz del día, Pamukkale comienza a teñirse de color rosa lo que hace que este lugar se parezca al algodón de azúcar.


Actualmente está prohibido el acceso a los coches y algunos hoteles, que se construyeron hace muchos años, fueron demolidos para recuperar la zona. Descalzos se puede caminar sobre las piscinas de travertino de la parte más alta.











Es en este lugar donde estuvo también situada la antigua ciudad romana de Hierápolis.

Se construyó en lo más alto de Pamukkale para acoger todos los visitantes que llegaban atraídos por las leyendas terapéuticas de las aguas termales. Perduró hasta que fue destruida por un terremoto en 1354.

Actualmente sólo quedan restos del Teatro, los baños romanos, el templo de Apolo, las puertas de la ciudad y muchas tumbas de la necrópolis que se han convertido en parte del paisaje, rodeadas de este "algodón blanco"

El recinto está abierto todo el día y la entrada cuesta 25 LT. (8 euros, junio 2019)

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