dimarts, 28 de febrer del 2017

BERGEN, AMOR A PRIMERA VISTA




Antes de comenzar el viaje por tierras noruegas, cuando miraba la ruta en el mapa, lo primero que me llamó la atención de Bergen es su localización en el centro de la región de los fiordos, rodeada de miles de islas y flanqueada por siete montañas.
Había mirado algunos catálogos de viajes y siempre la misma imagen: las preciosas casas de Bryggen, en la orilla derecha de la bahía.


Y entonces lo supe, cuando la vi por primera vez de manera real, fue un amor a primera vista. Con razón dicen que es la ciudad más bella de Noruega.
Como una novia enamorada resplandecía en el suave sol de media tarde y sus casas comenzaron a brillar cuando cayeron las primeras gotas de lluvia.



Dicen que Bergen tiene 275 días al año de precipitaciones y en cualquier momento del día cae un aguacero. Lo curioso es que en las estaciones de tren se ven máquinas expendedoras de paraguas a 60 kr.
Nos habían recomendado no sólo disfrutar de las fachadas de colores del muelle, sino adentrarnos por los rincones entre los edificios, curiosear en los patios interiores y explorar las paredes y observar los tableros con olor a madera antigua.



Después de dejar el equipaje, así lo hicimos. Pasear, pasear y pasear. Descubrir calles empinadas, deliciosos rincones, primorosas casas, plazas floreadas y colores, muchos colores.



Nuestra cena fue en Peppes Pizza y no en uno de los múltiples restaurantes de pescado.
¡ Cuestión de economía !
Era sábado y vimos mucho ambiente de marcha de fin de semana.
Hacía frío, pero me llamó la atención que las chicas noruegas no tenían. Vestían minifaldas, camisetas sin mangas, zapatos muy altos ... todas preparadas para lucir guapas como si de un ambiente playa mediterráneo se tratara.


La zona más interesante para los viajeros está en una pequeña área fácilmente alcanzable a pie, delimitada por las cuatro esquinas de la torre de Rosenkratz, la catedral, el acuario y el jardín botánico y centrada en el puerto, donde están los lugares principales y la parte más pintoresca.
Al día siguiente paseamos de nuevo por Bryggen (el muelle); y tenía otro aspecto, gente a sus tareas, tiendas abiertas, mucha circulación ... estaba vivo.
Desayunamos en Fisketorget (el mercado del pescado) y encontramos un animado ambiente desde primera hora de la mañana.



Probé el Skillingsbolle, un típico panecillo de canela.
Volvimos a visitar las encorvadas casas de madera en la parte oeste del puerto porque son las casas de madera más famosas del país donde vivían y trabajaban los alemanes mercaderes de bacalao, de la llamada Liga Hanseática.
Este conjunto de casas, de más de 300 años de antigüedad, es Patrimonio de la Humanidad.



Después subimos al funicular Fløibanen en la parte más alta de la montaña Floyer, para disfrutar de unas espectaculares vistas de la ciudad.






Volvimos al mercado de pescado y compré salmón de tres sabores diferentes, envasado al vacío y preparado para que viaje en maleta a cualquier parte del mundo. (Todo lo tienen pensado para que el viajero compre).
Cuando los chicos que atienden los puestos de pescado ven grupos de turistas, hacen explicación y ofrecen degustación de los productos.


Se podía probar bacalao ahumado, marinado, dulce, arenques, salmón de varias clases y trocitos de ballena cruda.
Después de tantos días de comer salmón en los desayunos de los hoteles estoy saturada por una temporada. No he hablado de los platos típicos del lugar, como suelo hacer. No todo es salmón y arenque. Hay cordero muy bueno, guisado con nabos, zanahoria, col y granos de pimienta; ensaladas muy ricas con unas deliciosas salsas sin aceite de oliva, claro. Y patatas, patatas guisadas de todas las maneras posibles.


Olvidaba deciros que en el muelle, junto al mercado de pescado, hay paradas de prendas de lana noruega, las venden a precio más económico.
Pero yo no compré, me olvidé del jersey de lana noruego. Preferí guardar el dinero para una próxima escapada en un vuelo barato a cualquier ciudad. ¿Amsterdam? ¿Lisboa? ¿Sevilla? ¿Madrid?


Me despedí de Bergen. Mi viaje por tierras noruegas llegaba a su fin. Sólo tenía una queja: que la estancia no durara más.


POTSER ET POT INTERESAR