Cerca
de la capital Santa Cruz, se encuentra San
Cristóbal de la Laguna,
ciudad universitaria que conserva todo el aire señorial de su noble
pasado. Fue el primer asentamiento en la isla que los conquistadores
castellanos decidieron levantar lejos del mar. Declarada Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco, muestra con orgullo un buen cuidado
casco histórico repleto de edificios monumentales que nos hablan de
otros tiempos.
Llama
mucho la atención este proyecto renacentista de ciudad moderna
trazada a cordel, con calles amplias paralelas entre si y otras
transversales que forman como un tablero ordenado en cuadrículas.
Este trazado urbanístico fue concebido en la época de los Reyes
Católicos.
Se
puede pasar una mañana completa sólo paseando por sus calles,
admirando todas las casonas de estilo arquitectónico canario y
enamorándote de los colores de las fachadas que combinan con gusto
sus tonalidades.
La
mayoría de las casonas esconden patios porticados con una rica
vegetación interior, fuentes de piedra y columnas de madera. Estos
palacetes pueden visitarse; nosotros sólo entramos en el Palacio
de los Capitanes Generales,
donde se halla la oficina de turismo. (El plano que te ofrecen es
útil, bonito y muy explicativo)
Paseamos
por la antigua calle
de la Carrera (Obispo
Rey) y por la calle
Herradores.
Fotografiamos muchos rincones del entorno de la Catedral
de los Remedios
hasta la plaza de la Iglesia
de la Concepción.
Uno
de los emblemas de esta ciudad es la majestuosa torre de esta
iglesia.(Se puede acceder hasta arriba y divisar una vista muy buena
de La Laguna)
Muy
cerca de este lugar se encuentran tascas, tabernas y cafeterías que
invitaron a descansar las piernas de esta “jubileta”
Observando
el trasiego de la gente te das cuenta que
el
shopping y el copeo son otras de las actividades que pueden hacerse
en esta histórica villa.
Me
llamó la atención los talleres de mojo
que se ofrecen a los visitantes y es una oportunidad idónea de
aprender a preparar esta deliciosa salsa canaria.
Hay
que dejar el coche al entrar si no quieres complicarte la vida.
Si
el tiempo te lo permite, desde allí, puedes recorrer uno de los
enclaves naturales más hermosos de la isla: el Parque Rural de Anaga