Decidimos
ver el
palacio de Rundale porque
su emplazamiento lo hace ideal para ser visitado en la ruta de la
frontera lituana hacia Riga que está a 80 kilómetros. Está situado
en medio de la nada y rodeado de la campiña letona.
A
pesar de que todos las guías de viaje lo destacaban como un lugar de
gran belleza y como imprescindible al visitar Letonia, no me sentí
atraída por ese lugar. No soy yo de palacios lujosos, ni de
monarquías pomposas, me va más la sencillez de los castillos
medievos. Más tarde reconocí que es una gran joya del arte barroco
y rococó y símbolo del poder de los nobles en el Báltico.
Rundale
significa Valle de la paz. En
el siglo XVIII lo mandó construir el duque de Curlandia, Johann
von Biron,
cuando estas tierras aún formaban parte del Gran Ducado de Lituania.
Las obras del palacio se completaron en dos etapas porque al duque lo
desterraron a Siberia. Se finalizó la construcción en el año 1768,
cuando Biron regresó y pudo pasar los últimos cuatro años de su
vida en él.
A
principios del siglo XIX Napoleón y su ejército comenzaron la
invasión de Rusia y tras su paso por esta zona el palacio quedó
semi abandonado y sufrió numerosos actos vandálicos.
Más
tarde
el palacio pasó a ser propiedad del Imperio Ruso que
lo ofreció
a la familia de los Zubov
que lo
restauraron
y luego lo mantuvieron
casi intacto..
En
la visita guiada que hicimos vimos salones cargadísimos de
decoración y con diferentes nombres: el de las rosas, el dorado, de
recepción, el blanco, de baile... todos con grandes
candelabros de cristal, las paredes con telas de seda, preciosas
molduras de estuco, esculturas, enormes chimeneas, salas de espejos,
cuadros de pintura italiana, relojes de mesa, y todo tipo de obras de
arte que los adornan.
Si
se quiere visitar el palacio hay dos tipos de entradas: la “visita
larga” y “la visita corta”. La diferencia
está en que la larga incluye también el recorrido por las
habitaciones privadas del Duque.
Todo
el palacio me recordó en algunos aspectos al palacio de Versalles
por sus elegantes proporciones y sus hermosos jardines a la francesa
donde destacan el Jardín de Rosas y el Jardín Francés. Es en este
lugar donde se puede descansar o dar un relajado paseo entre árboles
y sacar las mejores fotos de la fachada del palacio.
A
los jardines de Rundale se puede entrar con
el ticket combinado para las dos rutas o de forma independiente.
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