Conversando de rutas viajeras con un paisano de Orense cuando hicimos el Camino de Santiago, nos comentaba que pocos viajeros se atreven a visitar la zona de Ribeira Sacra. La mayoría de las veces es porque no han oído hablar de ella y otras porque no saben bien qué encontrarán allí. Terminó diciéndonos que: “Mejor, porque así nos la guardamos para nosotros”
Este comentario lo guardé en mi libreta viajera y fue al volver, cuando busqué información.
“Se trata de un pequeño paraíso escondido en el interior de Galicia, uno de esos lugares auténticos que no podemos dejar de conocer y que cada vez es más visitado por los amantes de la naturaleza, del senderismo, de pueblos pequeños, del arte románico y del buen vino”
Era la ruta ideal para dos “jubiletos” y su furgoneta, pero en un momento adecuado. Y el momento adecuado llegó. Los más de mil kilómetros que separan Barcelona de Orense los hicimos en dos etapas, descansando dos días en Palencia, ciudad que no conocíamos.
Escogimos como punto de partida la ciudad lucense de Monforte de Lemos que es la puerta de entrada a la Ribeira Sacra y su situación central permite programar ruta de una manera cómoda y equilibrada.
Monforte fue, en la época medieval, un ejemplo de ciudad-fortaleza feudal, alrededor de un monasterio y con un castillo situado en un punto estratégico del Monte de San Vicente.
¿Qué nos dice Ribeira Sacra?
Nos dice que no hay un acuerdo unánime del origen de su nombre. Ribeira vendría de lugar entre ríos, o sea, ribera; y Sacra de la cantidad de monasterios que hay en la zona. El término en latín sería Rivoira Sacrata.
Pero Ribeira deriva de Rovoyra, que hace referencia a los muchos robledales de la zona.
Nos dice también que, históricamente hablando, la primera vez que se mencionaba la Ribeira Sacra salìa en un documento firmado por la reina Teresa de Portugal donde autorizaba la construcción de un nuevo monasterio (hoy en día monasterio de Sta. María de Montederramo) en la “Rivoyra Sacrata”. Este documento está fechado en agosto de 1124.
Nos dice, asimismo, que fue el lugar donde se retiraban monjes y eremitas para entregarse a una vida mística alejada del mundo. Por eso se pueden encontrar en pocos kilómetros a la redonda tantos y tan hermosos monasterios de la Edad Media.
Y nos dice, de igual manera, que Ribeira Sacra está formada por un conjunto de veintiún municipios del sur de la provincia de Lugo y el norte de la provincia de Ourense, con el curso fluvial de los ríos Miño, Sil y Cabe como elemento de unión.
¿Qué vimos en Ribeira Sacra en tres jornadas?
Primera jornada: Ruta de la Ribera do Miño
Comenzamos nuestra ruta hacia la ribera del Miño por la vieja carretera N-120 (ojo, no confundir con la nueva) hasta la localidad de Ferreira de Pantón, donde encontramos el Monasterio de las Madres Bernardas. Está situado en las afueras del pueblo y cuenta con la peculiaridad de ser el único ocupado por mujeres en toda Galicia.
Nunca dos euros que pagamos por la entrada dieron tanto de sí. Visitamos la iglesia, el claustro y la portería, donde compramos almendrados artesanos elaborados por las propias religiosas.
Nunca dos euros que pagamos por la entrada dieron tanto de sí. Visitamos la iglesia, el claustro y la portería, donde compramos almendrados artesanos elaborados por las propias religiosas.
Muchas veces la necesidad de descansar nos hace sentar delante de retablos llenos de santos e historias bíblicas. Entonces, el silencio del templo da paso a una vibración interna que también podríamos llamar meditación espontánea. Luego sientes la energía viva que está presente en esos lugares mágicos.
Siguiendo camino hacia el norte, nuestro próximo objetivo fue San Miguel de Eiré, pequeña iglesia en la aldea de Eiré, uno de los mejores ejemplos que nos encontraremos de escultura gallega del siglo XII. Desde lejos sorprende por su torre fortificada, de aire castellano y porque se encuentra sola, sin edificios anexos, lo que la hace más hermosa y reconocible desde la carretera general.
Lo que más me gustó fue la puerta norte porque tiene un arco de medio punto pequeño decorado con rosetas, que nunca había visto. Si me pidieran escoger qué monumento me gustó más de toda la zona escogería este sin dudar.
Ya de nuevo en ruta disfrutamos de buenos paisajes a lo largo de la orilla este del río, a través de carreteras locales en las que es necesario un buen mapa de gran escala y un buen GPS ante la falta de señalización adecuada y la confusión con los nombres de aldeas y parroquias.
Dirección a Diomondi, nos desviamos hasta alcanzar la orilla del Miño en A Coba, preciosa aldea donde se encuentra el mirador O Cabo do Mundo.
Mirador O Cabo do Mundo |
Bodegas de la Familia Moure |
Llegamos a Diomondi, a unos diez kilómetros remontando el Miño por la misma orilla. Fotografiamos otra iglesia, ésta de mayor tamaño y alejada del casco del pueblo: San Paio de Diomondi, y no paramos hasta llegar a las compuertas del embalse de Belesar.
Muy cerca, a la izquierda, se encuentra el desvío hacia la iglesia de Santo Estevo de Ribas de Miño.
A estas alturas del día estábamos un poco cansados de tanta belleza histórica y decidimos embriagarnos en otra belleza, la del hermoso paisaje que nos rodeaba. Entramos en la aldea de Belesar porque en su entorno se cultivan los viñedos en terrazas, que darán lugar a los ricos vinos de esta comarca.
Desde Belesar se puede tomar el catamarán que recorre el embalse de Os Peares descendiendo por las aguas del río Miño. Esta excursión de ida y vuelta tiene una duración aproximada de dos horas.
Antes de volver a Monforte visitamos Chantada para callejear un poco por su casco antiguo lleno de esos soportales tradicionales que tanto nos gustan. Nos fijamos en el tipo de vivienda tradicional con balcones y galerías de madera.
Pero lo mejor fue probar una empanada de zamburiñas regada con un buen vino blanco Godello de la zona.
Segunda jornada: Ruta de la Ribera do Sil
Nuestra segunda jornada en Ribeira Sacra nos llevó a caminar entre socalcos, que es como se llaman las terrazas o pequeñas bancadas plantadas de vides que adornan las orillas soleadas de los cañones.
El olor a vid, el silencio de las viñas y el cambiante colorido de las montañas abrirá nuestros sentidos para conocer la zona más vanguardista de Galicia.
Circulamos por la carretera que une Monforte con Castro Caldelas, y que cruza la Ribeira Sacra por el Cañón del Sil. Por ella vas descendiendo el valle hasta la altura de las aguas del Sil.
Mirador de Souto Chao o del Vendimiador |
En aquel silencio reflexionas y te das cuenta del esfuerzo humano por aprovechar al máximo estas tierras de las que salen los vinos comercializados con la denominación de origen “Ribeira Sacra”, siendo la variedad Mencía para los tintos, y la variedad Godello para los blancos.
Desde allí se tienen unas fantásticas vistas del Sil y sus cañones hacia el este y hacia el oeste.
Variedad de uva Mencía |
Variedad uva blanca Godello |
Los Balcones de Madrid |
Castro Caldelas |
Castro Caldelas |
Castro Caldelas |
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¡Naturaleza pura! Sin palabras nos quedamos
En el camino pasamos por delante del desvío al embarcadero de Santo Estevo (desde el que parte el catamarán que teníamos previsto para la tercera jornada)
Y, después de 3,5 km, se divisa ya el hermoso e impresionante Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil.
Su construcción actual data del s XII, pero su origen es del s X. La etapa de esplendor llegó cinco siglos después de su fundación cuando se retiraron allí nueve obispos. La huella de esta grandeza la tenemos en los tres claustros donde están sus tumbas.
Aprovechamos y dimos un paseo por los jardines del monasterio buscando algún secreto del lugar. Lo cierto es que allí conviven elementos de todos los estilos: románico, gótico, renacentista y barroco, fruto de sucesivas modificaciones.
Actualmente este monasterio pertenece a la red de Paradores de Turismo, pero se pueden visitar los tres claustros, la iglesia y un centro de interpretación del mismo que está en la planta baja.
Visitamos también la cafetería del Parador para saborear un trozo de tarta de Santiago con un oloroso café expreso.
Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil |
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Tercera jornada: Una ruta fluvial por el Sil
Toda
la zona tiene fama de ser invadida por una niebla muy familiar a la que los
habitantes del lugar están acostumbrados.
Cuando
empezó a romper el día, el sol no quería salir y esa niebla parecía el decorado
predilecto de esta jornada. Tuvimos que esperar a las doce del mediodía para
descubrir que el día estaba claro.
La
mayoría de la gente dice que la niebla les penetra en el interior y les produce
tristeza.
A mí no ! Durante mi niñez me gustaba mucho las mañanas de niebla del pueblo donde veraneábamos porque podía salir a la calle y esconderme de todo el mundo. Era como un juego misterioso en el cual no sabías qué te ibas a encontrar. Y, cuando salía el sol y este humo sutil se levantaba, descubrías lo que la niebla te había ocultado.
A mí no ! Durante mi niñez me gustaba mucho las mañanas de niebla del pueblo donde veraneábamos porque podía salir a la calle y esconderme de todo el mundo. Era como un juego misterioso en el cual no sabías qué te ibas a encontrar. Y, cuando salía el sol y este humo sutil se levantaba, descubrías lo que la niebla te había ocultado.
La ruta de la tercera jornada nos llevó a las primeras huellas del cristianismo en Galicia.
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Según la lápida fundacional que se encontró en ese lugar, este monasterio fue heredado en el s VI por cinco monjes que escogieron este lugar situado a 650 m de altitud, para retirarse a una vida de oración. El hecho de heredar incita a pensar que ya existía un enclave religioso más antiguo.
Este templo, excavado en la roca viva, tiene tres naves que por su situación hace pensar que fue el resultado del aprovechamiento de cuevas ya habitadas antes. Cuando entras tienes la sensación de estar en una gruta primitiva porque te invade un silencio sepulcral en una penumbra que lo domina todo. Es un lugar extraño porque estás rodeado de sepulturas de aspecto tenebroso fruto de la humedad de la lluvia caída y el liquen que las cubre.
Antes de marcharnos visitamos la fuente de San Benito que según dice la tradición tiene propiedades milagrosas y cura las verrugas. Cierto o no, la fuente es muy peculiar: el agua no llega a ella desde un manantial, sino desde la ladera, cayendo de forma natural.
Por fin llegó el momento de observar los escarpados cañones del río desde otra perspectiva y contemplar la vegetación y las vides de las terrazas ancladas en las laderas desde los tiempos de los romanos. La experiencia de un viaje en catamarán nos estaba esperando.
Hay al menos cinco puntos de salida de las embarcaciones y mucha información en todos los sitios. Elegimos el más próximo al lugar donde comimos (Os Peares). A unos 12 kilómetros hay un indicador donde se lee “Embarcadoiro de Sant Estevo 1 km” y señala la dirección. Desde este punto parte un catamarán que une Santo Estevo con Abeleda, situada unos kilómetros más arriba y donde la embarcación da la vuelta para regresar al punto de partida, Santo Estevo.
Nuestra singladura en catamarán nos llevó por parajes de gran encanto. Las aguas remansadas y las formaciones rocosas del cañón crean un grandioso espectáculo para la vista. Pudimos divisar, en el alto, el monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil y pasamos cerca del enclave conocido como Os Balcons de Madrid.
En las orillas existen pequeños embarcaderos utilizados por los viticultores de la zona para transportar la uva en época de vendimia.
Después de dos horas de navegación y de admirar estos paisajes, dimos por finalizada nuestra tercera jornada.
Regresamos por la carretera principal, camino de Nogueira de Ramuín. (Este ayuntamiento es conocido popularmente como lugar de origen de "afiladores y paragüeros").
Una sencilla casa de Turismo Rural nos estaba esperando con una apetitosa cena.
Un ligero orvallo caía lentamente y pensé que a Galicia le sienta bien la lluvia. Con el agua las piedras grises de las casas ennegrecen, las calles se vacían y las torres de los monasterios reinan más que nunca.
Después de tantas emociones merecíamos un descanso y mañana sería otro día.