Hoy he decidido escribir sobre uno de los monumentos más admirados y visitados por todos los viajeros del mundo: la Sagrada Familia. Monumento que es icono de nuestra ciudad.
Me gustaría acercaros a una de las obras del arquitecto catalán Antoni Gaudí.
Unas pinceladas sobre su historiaA mediados del siglo XIX, la ciudad de Barcelona vivió un proceso de modernización y expansión de sus límites. El 31 de diciembre de 1881, la Asociación de Devotos de San José compra un solar de 12.800 metros cuadrados para construir el que hoy conocemos como templo de la Sagrada Familia.Su emplazamiento se halla en el centro de la ciudad y del llano de Barcelona: hay la misma distancia del templo al mar y a la montaña, a Sants y a Sant Andreu, y a los ríos Besòs y Llobregat.
El templo de la Sagrada Familia se convirtió en el proyecto prioritario para el arquitecto Gaudí, ya que dedicó 43 años de su vida -los últimos de manera exclusiva-. A lo largo del proceso creativo estudió a fondo las posibilidades de renovación de los espacios de culto y de modernización de la liturgia.Este proceso constructivo no se puede entender sin conocer la manera de trabajar de Gaudí. Siempre experimentaba con maquetas de yeso a escala y esbozos, pues los consideraba más eficaces que los planos. Eso ha permitido mantener la fidelidad a su obra.
En vida de Gaudí se construyó la cripta, la fachada del ábside, los primeros tramos del claustro y la Fachada del Nacimiento. El arquitecto concibió una construcción por fases porque creyó que, de este modo, sería más difícil que se abandonase el proyecto.Está hecha en un paisaje nevado porque Jesús nace en el mes de Diciembre, es decir en Invierno. Toda su ornamentación exalta la creación divina y hace un canto al hermanamiento.La Fachada del Nacimiento debía expresar “la ilusión y el gozo de la vida”.
Por desgracia Gaudí sólo pudo ver finalizado uno de los cuatro campanarios.
En el interior de las torres proyectó unas campanas tubulares con el objetivo de conformar un carrillón que abarque siete octavas completas, es decir, todas las notas de un piano. La música que se puede interpretar con las 84 campanas del carrillón no solo se puede escuchar desde el exterior, sino que también se expande hacia el interior gracias al órgano mayor.
Antoni Gaudí dejo dicho: “Se debe conservar siempre el espíritu del monumento, pero su vida debe depender de las generaciones que se la transmiten y en las cuales vive y se encarna”.
Las columnas del interior dan la sensación de ser rectas a primera vista, pero si miras detenidamente ves que no lo son, que están inclinadas y que parecen árboles. Luego piensas que de la misma manera que un árbol se abre en ramas, así lo hacen las comunas para sostener el cielo.
El templo quiere representar la naturaleza y por eso está presente en cada objeto, en cada rincón y hasta en el hecho de que no hay ni una sola línea recta en todo el lugar. Es que en la naturaleza no hay líneas rectas y su diseño está hecho a semejanza de ésta.
Encontramos, también, gran cantidad de animales en distintas partes del templo, tanto en las fachadas como en el interior, sobre el altar mayor.
«El sol es el mejor pintor», decía Gaudí. Y, realmente, la experiencia dentro del templo hoy en día le da la razón. De pronto te encuentras con una sinfonía de colores cambiantes gracias a las vidrieras.
Depende de la época del año, la hora del día e, incluso, si se trata de un día claro o nuboso, el ambiente interior puede trasmitir alegría, tristeza, frialdad o melancolía.
La Sagrada Familia es un templo expiatorio que se construye en base a donaciones. No hay nadie dedicado específicamente a financiar esta obra y por tanto dependen de los donativos y de las entradas que se cobran para entrar a visitarla. Se espera terminar el templo para el año 2026, cuando se cumpla el 100 aniversario de la muerte de Gaudí. Para entonces habrá durado 144 años la construcción de la Sagrada Familia y será la Iglesia más alta del mundo.
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