dijous, 1 d’octubre del 2020

DE BURDEOS A SAINT - EMILION




Toda la zona norte de Nueva Aquitania es un viñedo, dicen que es el viñedo de vinos finos más grande del mundo. Y nosotros estamos siempre felices entre viñedos, como pez en el agua, ¡es nuestro tema favorito! 


Salimos temprano de Burdeos deseosos de adentrarnos en estas tierras llamadas el Grand Saint-Emilionnais. 


El Grand Saint-Emilionnais es la región histórica que creció alrededor de la población y que dispone de casi 8000 hectáreas, de las que 5400 están cultivadas por vides que pertenecen a 820 productores y que se distribuyen en 8 municipios, de los que Saint Emilion es solo el más conocido. 

Las orillas de la Dordogne, las terrazas plantadas de cepas, las mesetas de piedra caliza con suaves reflejos de color ocre y los variados paisajes que veíamos desde la carretera, no nos dejaron de sorprender en todo el trayecto. 




La leyenda de Emilion 


En el siglo VIII, un hombre llamado Emilion, natural de Vannes, en la región de Bretaña, y famoso por sus milagros, decidió abandonar su tierra natal para retirarse y dedicarse a la oración. Se hizo monje y luego se trasladó a Ascumbas, antiguo nombre de la ciudad de Saint-Emilion. 

Allí excavó una ermita y consagró su vida a Dios. 

Acompañado por algunos discípulos benedictinos, fundó la primera comunidad religiosa para evangelizar a la población; creando así una gran ciudad monástica a la que los fieles dieron su nombre. 


Varias comunidades religiosas han vivido durante siglos en el pueblo, atraídos por el culto a Émilion como lo demuestran los numerosos monasterios, conventos e iglesias aún visibles Por lo tanto, entre el siglo VIII y el siglo XVIII, los benedictinos, franciscanos, agustinos, dominicos y hermanas Ursulinas coexistieron o se fueron sucediendo en el corazón de la ciudad. (Del folleto turístico) 




Una joya de piedras... 



¿Cuál de las siete puertas que franqueaba Saint Emilion atravesamos? No recuerdo, pero sí recuerdo la hermosa estampa que vi nada más llegar. 

La ciudad se organiza a modo de anfiteatro, de teatro griego. Las casas se disponen en graderío y el escenario está reservado para el protagonista de la obra: el viñedo. 

Buscando la Oficina de Turismo subimos por calles adoquinadas, esas que tanto nos gustan y descubrimos numerosos talleres de artesanos elaborando objetos de decoración, ropa y alfarería. 





Desde la Oficina de Turismo que está muy bien surtida de información, salen dos visitas guiadas muy interesantes: una completa a la ciudad por calles pintorescas, en superficie, y otra a los monumentos subterráneos bajo tierra. 

Me impresionó leer que hay una iglesia monolítica única en el mundo y más de 70 hectáreas de galerías subterráneas excavadas en la roca calcárea. Por eso hicimos la visita guiada a los monumentos subterráneos. 





Bajo tierra (Visita guiada) 

No se permite fotografiar durante la visita de los monumentos subterráneos 

Mereció la pena contratar esta visita porque es la única manera de conocer el enorme patrimonio subterráneo. 

Vimos la Cueva del monje Emilion, la Capilla de la Trinidad que hay encima y la Iglesia Monolítica subterránea. 

Las famosas Catacumbas de Saint-Emilion están incluidas en la visita. En el siglo XV aquí era donde se enterraban a los religiosos y a los niños. 







Callejeando por les “tertres” 


El pueblo es pequeño y lo más agradable es ir deambulando por sus calles, probando algún vino que te ofrecen, mirar las tiendas de objetos de artesanía y caminar contemplando el paisaje. En esta zona se les denomina “tertres” a estos callejones estrechos, empedrados y en cuesta. 

Durante el medioevo, la zona alta de la ciudad estaba reservada a las clases más acomodadas, mientras que en la parte baja habitaba el pueblo llano. 

Desde la terraza de la plaza de la Iglesia Monolítica se pueden ver increíbles panorámicas de la villa, de la torre del Rey, del Claustro de los Cordeliers y de los campos de viñas de la región. 





Sobre la Iglesia Monolítica se construyó un campanario enorme que sirve de guía o faro si te pierdes porque lo verás estés donde estés. 

Si subes los 200 escalones de caracol hasta la cumbre podrás disfrutar de una impresionante panorámica de los viñedos. 

Otro de los lugares para disfrutar y fotografiar vistas hermosas después de subir 120 escalones, es La Torre del Rey que es una torre maciza del siglo XIII. Esta edificación, que también se puede ver desde cualquier parte del pueblo, está llena de misterio, no se sabe si se mandó construir como símbolo de poder. A día de hoy no se sabe muy bien la función que tenía. 



La plaza de la Iglesia Monolítica es uno de los lugares con más encanto de Saint-Emilion. Descansamos de la jornada matutina comiendo en un restaurante cercano y es uno de los recuerdos más bonitos que tengo de nuestra visita a Saint-Emilion. 



Iniciamos el recorrido de la tarde visitando la Iglesia Colegiata, su órgano y el Claustro. Esta colegiata fue construida entre los siglos XII y XV y es una de las más importantes de la zona. Albergaba el colegio de canónigos agustinos que fue un monasterio hasta el final de la revolución francesa. 






Pasamos también al Claustro de los Franciscanos, (Claustro de los Cordeliers) su agradable jardín y fábrica de vino espumoso. 

Terminamos la visita fotografiándonos en las Grandes Murailles. Estas murallas son los restos de un Convento Dominico construido en el siglo XIII y destruído en la Guerra de los Cien Años, entre franceses e ingleses. 


No podéis iros de la zona sin conocer alguno de los 115 Chateaux. Hay que preguntar en la Oficina de Turismo cual es el “castillo del día” ya que podrás visitarlo de manera gratuita. 


Lo que de verdad nos hubiera gustado disfrutar, en este lugar, del amanecer y del atardecer sin prisas, pero nuestra ruta debía seguir. 


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