dijous, 1 d’octubre del 2020

UNA JORNADA EN LA BAHÍA DE ARCACHON

 


Después de tres días visitando la ciudad de Burdeos, llegó el momento de alejarnos un poco y descubrir otros lugares cercanos.  Decidimos pasar una jornada en la bahía de Arcachón.


A tan solo una hora de furgo, (también hay una buena combinación de transporte público desde Burdeos), se llega a esa zona que es un paraje natural único en el mundo y que atrae cada año a miles de visitantes. Este lugar es famoso por las playas de arenas finas, por los pequeños puertos de cultivo de ostras, por los bosques de pinos y por la famosa Duna de Pilat, 



Cruzamos la zona de Teste de Buch y llegamos a Arcachon que está en la punta de un cabo que se adentra en la bahía. Allí un largo brazo de tierra protege la bahía del océano Atlántico y crea un entorno tranquilo para todo tipo de actividades náuticas. Además de atraer a los veraneantes que buscan la playa y el mar, también atrae a visitantes a los que les gusta la arquitectura Belle Époque Arcachón se puso de moda en el s XIX como ciudad balneario, de ahí las estilosas “villes” que encontramos.


Más tarde fuimos hasta uno de los grandes atractivos de la zona: lDuna de Pilat.



La gran Duna de Pilat


La Duna de Pilat es para la bahía de Arcachon lo que la Sagrada Familia es para Barcelona, ¡una experiencia inolvidable!

¿103? ¿105? ¿O quizás 118 metros de alto? ¡Qué le importa a la duna un metro más o menos! Los paneles informativos anotaban 109 metros de alto, 2.700 metros de largo, 500 metros de ancho y 60 millones de metros cúbicos de arena.

 





Lo primero que se me ocurrió pensar es en cómo se mide todo esto si la duna es hija del viento y de la arena y se mueve, sube, retrocede y siempre está cambiante. La duna de Pilat es una maravilla de la naturaleza.


En coche se puede llegar hasta la base y hay un aparcamiento habilitado en la zona norte. Desde allí es absolutamente necesario subir a la cima y a pie, no hay otra elección.

Para subirla, en verano, condicionan una escalera de 160 peldaños al más puro estilo “escalinatas tibetanas”, que te lleva a la cima pasito a pasito.

Una vez arriba, la sensación es única. El paisaje perfecto: cielo, arena, mar y pinos. Los cielos sobre la duna son increíbles y el panorama de 360º sobre la Bahía de Arcachon te deja sin palabras.


Toda la información en https://www.dunedupilat.com/es/




Riberas de puro placer

La verdad es que fuimos afortunados y la buena climatología nos acompañó en todo el paseo por las tranquilas playas de Pyla, a orillas de la bahía. Son playas oceánicas donde rompen las olas atlánticas y están protegidas del viento por el bosque. Pasamos por puertos pequeños donde descansan barcas que van y vienen con sabrosos cargamentos y vimos coloridas cabañas de ostricultores.



Las ostras de Arcachon son reconocidas en todo el mundo porque desprenden todos los sabores de espuma de mar. Crudas, cocidas o con un chorrito de limón, las ostras se comen en cualquier momento del día: por la mañana, como aperitivo o en la comida. En la boca tan pronto resultan suaves y carnosas, como potentes y salvajes. (Un secreto: a mi no me gustan, yo como mejillones)





Los ostricultores te invitan al puro placer de probar sus ostras en la auténtica cabaña ostrícola. En su lugar de trabajo y en un ambiente distendido, estos “campesinos del mar”, como se les llama por allí, venden ostras, si prefieres llevártelas a casa, o hacen degustaciones si las comes in situ.

Tradicionalmente en las bodegas se comen acompañadas de crepinettes que son unas pequeñas salchichas planas.


Almorzamos en Pyla-sur-Mer.

Luego nos hizo ilusión llegar hasta el estuario de la Gironda donde vierte sus aguas el río Garonne, un viejo conocido por la de veces que se nos ha cruzado a lo largo de nuestra vida viajera.





¿La Garonne? ¿el Garona? un viejo amigo


Una rápida biografía del río Garona podría empezar en sus cabeceras, en la Vall d'Aran, en el Pirineo catalán, a una altura de 1.800 metros sobre el nivel del mar,en la sima ubicada en el Pla de Beret de nombre Uelh deth Garona.

Hay quien propone otros lugares distintos como el verdadero nacimiento: el circo Ratera-Saboredo, o las laderas del Pico Aneto en Forau de Aigualluts.




Lo cierto es que el río Garona circula luego por la Vall d'Aran camino de Francia.

En todos estos lugares hemos disfrutado de la alegría que tienen sus aguas jóvenes, rápidas, frescas y juguetonas. Recuerdo cuando mis hijos pequeños metían lo pies en el agua y competían en ver quien aguantaba más,

De todos estos encuentros podría escribir una anécdota. Lugares como Arties, Viella, Bossost, Les o Las Bordas siempre estarán en mi corazón.




Nuestro Garona se nos hace francés y nos lo reencontramos en Saint-Gaudens, en Muret, en Tarn y en Agen.También lo vimos en Toulouse y Agen. Y, más tarde en Burdeos.

A lo largo de su curso, al río Garona se le unen otros grandes ríos: el Ariège, el Tarn y el Lot, todos amigos.

Justo después de Burdeos, se encuentra con la Dordogne en el Bec d’Ambès, formando el estuario de la Gironde, que después de aproximadamente 100 kilómetros desemboca en el Océano Atlántico.

Desde Arcachon, dirección norte, cruzamos territorio Médoc y tuvimos la oportunidad de ver muchos viñedos y, sobre todo, algunos castillos, pero los dejamos para otra ocasión.

 

Aprovechamos para cenar en un restaurante en Soulac sur Mer muy cerca de la desembocadura. Y después volvimos tranquilamente hacia el hotel en Burdeos contentos con la sensación de haber terminado un círculo.





POTSER ET POT INTERESAR