dilluns, 31 de maig del 2021

DESCUBRIENDO LA ALSACIA 2. LA RUTA DE LOS VINOS ALSACIANOS

 



Solo entrar en territorio alsaciano me di cuenta que no hay espacios desaliñados porque hasta los bosques parecen un parque hecho con gusto refinado. Y ya no hablo de los viñedos..., que son la perfección en la estructura y podados como setos de jardín, un regalo para la vista. 

La Ruta de los Pueblos del Vino, que articula toda la región, es un resumen de la propia Alsacia, de su paisaje, de su arte, de su historia, de su gastronomía... Allí se encuentra su alma, rural y medieval. Es una llanura que se extiende a lo largo de 170 kilómetros y atraviesa 120 pueblos y aldeas encantadoras. 





El río Rhin limita Francia por el noreste y a su paso alimenta esta llanura entre las montañas de los Vosgos franceses y la Selva Negra alemana; él es el creador de estos suelos ricos para los cultivos. 




Pero no todo es geografía, hay que saber también que esta zona ha sido un muro entre dos mundos: el germano y el latino. No voy a hacer un relato de la história con todos los acontecimientos que hicieron que exista esta dualidad genética: ¿germánicos o latinos? Alsacia ha sido una encrucijada de civilizaciones 

Todo esto se observa en muchos detalles. ¿Vino o cerveza? Aquí gana vino. Para comer son más bien germánicos, excesivos. Luego está el dialecto alsaciano, un idioma complicado que no entienden bien ni franceses ni alemanes. 



Empieza la ruta 



Saliendo de Colmar que fue nuestra base para explorar estas tierras, ya se ve a lo lejos el Castillo del Hohlandsbourg y los tres castillos de Eguisheim que parecen vigilar nuestro camino. 

A lo largo del recorrido disfrutamos de un paisaje lleno de encanto entre viñedos, castillos y pueblos vinícolas muy pintorescos. Para los entusiastas (léase Joseph), la ocasión se prestaba asimismo para hablar con los viticultores y compartir su pasión por la viña y el terruño. 






Todos estos pueblos están arropados en torno a un campanario, una plaza, la maison de la ville y, muchas veces, vigilados por un castillo muy destemplado o protegidos por los restos de una muralla. Son como ciudades en miniatura: callejuelas estrechas, coloridas casitas con entramado de madera, fuentes floridas... todos enclavados en la llanura y las colinas vitivinícolas. 

Si os gustan los pueblos con encanto, estáis en el lugar adecuado. No haré una descripción de cada uno para no ser cansina. Pero... 


Una imagen vale más que cien palabras




Eguisheim Turckheim Kaysersberg Riquewihs Ribeauville Castillo de Koenigsbourg Selestat  Obernai 



                                                    Equisheim

                                                Equisheim




                                                    Equisheim



              Equisheim


Kaysersberg  



Kaysersberg 


Kaysersberg 


Kaysersberg 


Kaysersberg 



Riquewihr es uno de los pueblos que más me gustó. Rodeado de murallas, ha conservado toda su arquitectura desde el siglo XIII, pasando milagrosamente por todas las guerras. Se pueden ver todas las posibles variaciones de casas con entramado de madera, ventanales, fuentes y pozos antiguos. Apodado "Perla del viñedo de Alsacia", el pueblo está rodeado de viñedos y la calidad de este viñedo es reconocida mundialmente.
 

Riquewihr


Riquewihr

Riquewihr

Riquewihr

Riquewihr





Château du Koenigsbourg 




Dicen que es el castillo más conocido de la región y también el más visitado.Está situado sobre un espolón rocoso a una altura de 750 metros y tiene una torre de unos 60 metros de altura. 

Me pareció hermoso ya a lo lejos por el color rosado de la piedra que dicen que son más duras que el hierro y que fueron sacadas de los Vosgos. 

No pudimos visitarlo porque terminaba el horario de visitas; según dicen es una buena experiencia porque, alquilando una audio-guía, te va contando un poco su historia. 

Pero lo más impresionante son las vistas que tiene y su entorno; desde él se domina la espectacular llanura de la Alsacia. 

A los que seáis fans de “la Bella y la Bestia” os prometo que hay momentos que parece que Bestia va a asomarse por la torre del castillo. 

 








¿Y si nos vamos de vinos? 



Desde principios de junio y todo el verano los pueblos de la Ruta de los Vinos de Alsacia están de fiesta. Los alsacianos, con sus trajes tradicionales, se reúnen para festejar estas celebraciones con danzas tradicionales y , siempre, rebosante vino local. Las bodegas abren sus puertas, los viticultores ofrecen degustaciones y con las cabalgatas y bailes populares se reviven costumbres antiguas. 






Los célebres vinos de Alsacia (sylvaner, pinot blanc, riesling, muscat, pinot gris, pinot noir y gewurztraminer) deben sus nombres a las siete cepas cultivadas y siempre han estado muy ligados a la cultura popular alsaciana. Su historia se remonta muchos siglos atrás. Fueron los romanos quienes plantaron las primeras cepas.
 



Visitamos una bodega sencilla, a nuestro estilo. No recuerdo el nombre, pero sí el enólogo cálido y apasionado, que elabora vinos llenos de frescura y carácter. Noté enseguida que para él, el placer de su trabajo es compartirlo con los demás y estuvo encantadísimo de darnos la bienvenida en su propiedad. 





El tiempo no daba para más. Volvimos a Colmar.






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