divendres, 16 de desembre del 2016

UN PASEO POR EL CASCO VIEJO DE VITORIA



Había leído en un libro que no es recomendado volver a un lugar donde fuiste muy feliz porque esta es la manera de empezar a perderlo. No funciona esto con Vitoria donde en mi juventud fui tan dichosa. Vitoria-Gasteiz ha mejorado tanto con los años que está irreconocible en muchos aspectos. Sus habitantes siguen siendo igual de acogedores, la belleza del casco antiguo está allí, y volví con mi mejor compañero de viaje, el de siempre, Joseph.


Las murallas del siglo XI que, aún hoy en día, rodean la ciudad, son testigo de su fundación, por el rey Sancho VI de Navarra, en 1181. Su historia milenaria se percibe paseando por las estrechas calles y zonas gremiales de su casco histórico medieval, considerado uno de los mejores conservados del mundo. Si miramos el plano se podría comparar la ciudad con una cebolla. Su corazón, una almendra medieval perfecta - estructurada en torno a tres calles principales longitudinales, cortadas por cantones, y rodeada por dos fortalezas-, se ha ido envolviendo, capa a capa, al abrigo del tiempo y con el arrullo de su anillo verde.




El punto de partida de la visita es la Plaza de la Virgen Blanca, un lugar de encuentro de los vitorianos y donde cada 4 de agosto, como pistoletazo de salida de las fiestas patronales, Celedón baja de las alturas portando un paraguas. En el centro está el monumento a la Batalla de Vitoria contra las tropas de Napoleón. Al fondo, como un decorado, se alza la Iglesia de San Miguel, de estilo gótico-renacentista del siglo XIV, desde cuya torre es lanzado Celedón y es el hogar de la Virgen Blanca.




Subiendo las escaleras de San Miguel se llega a la balconada de la Virgen Blanca, a la Plaza del Machete y a los Arquillos , rincones sumamente fotogénicos. Callejeamos por la primera de las calles de la zona vieja, Cuchillería, “la Cutxi”, como la llaman. Allí podemos ver la Casa Cordón, llamada así por el cordón franciscano del arco de entrada. Más adelante nos topamos con el Palacio de los Arrieta-Maestu que actualmente alberga el Museo Fournier de Naipes.


Seguimos hasta llegar al Cantón de Santa Ana (a nuestra derecha), donde fotografiamos un mural del itinerario muralístico de Vitoria-Gasteiz. Continuando por la Calle Pintoreria, “la Pinta”, llegamos hasta el Cantón de Santa María. Cerca, luce majestuosa la Catedral de Santa María, templo gótico del siglo XIII.



Esta templo es único, chocante, curioso, vivo y cambiante. Estos son algunos de los adjetivos que se me ocurren para la iglesia más extraña y rocambolesca que he visitado nunca, pero también de las más bonitas. Sucesivas construcciones, reformas y arreglos dejaron la catedral hecha un desastre; es por ello que se decidió arreglarla de abajo a arriba. Esta restauración empezó hace algunos años y aún durará otros tantos. Bajo el nombre "Abierto por obras", esta Catedral jamás ha sido cerrada al público a pesar de los trabajos.

Continuando la ruta nos topamos con parte de Las Murallas medievales de la ciudad, el Palacio Escoriaza-Esquivel y el Palacio de Montehermoso, centro cultural donde se producen obras de arte del pensamiento contemporáneo. Bajamos por unas escaleras hasta llegar a la Calle Herrerería, donde llegamos a la Iglesia de San Pedro. Al final de la calle volvemos por Correría, a la Plaza de las Bullerías, antigua necrópolis medieval. Para finalizar, bajaremos a la Calle Zapatería para salir al lugar donde empezamos la visita, la Plaza de la Virgen Blanca.



Hay muchos más rincones que merecen ser vistos en un paseo por el casco viejo y también podéis imaginar la cantidad de bares, restaurantes y tiendas que hay en esta zona de la ciudad; es apabullante, así que dejaremos para otro capítulo el tema gastronómico, que aquí es sobresaliente.





Un cielo enorme nos despidió: en un extremo, oscuros nubarrones, en el otro, sólo azul con nubes blancas.


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