Sea cual sea la puerta de entrada a una de las ciudades más cautivadoras del Valle del Danubio, resulta inevitable que la primera impresión que se tiene gire en torno al río y la majestuosa estampa del Parlamento. Esta estampa resume buena parte del carisma de esta ciudad, de su decadente atmósfera imperial y de un encanto que ha sobrevivido a todos los embates de su historia.
Actualmente vuelve a ser una de las ciudades más vitales de Europa. Bien, en realidad eran tres (Buda, Óbuda-que reflota al río con la isla Margarita y la isla Csepel- y Pest) y queda dividida por el Danubio, pero unida por nueve puentes que la convierten en una ciudad romántica.
Queríamos centrarnos en lo más esencial de la ciudad y conocer de primera mano un poco de su historia. Contratamos un tour privado, en coche, porque mis piernas no estaban para caminar al ritmo de un free tour como otras veces hemos hecho.
En este primer contacto descubrimos lo más importante que ver. Luego, en cada jornada, nos dedicamos a un recorrido de lo que más nos motivaba. Las fuertes lluvias nos acompañaron toda la semana y fueron la causa de la poca calidad de las fotografías.
Paseando por Pest
Recorriendo la elegante Avenida Andrássy
Antes de poner rumbo a Hungría no sabía que dos de sus calles eran tan bonitas, atractivas e importantes y que son Patrimonio de la Humanidad, la calle Váci Utca y la Avenida Andrássy. En esta última se nota el aspecto más distinguido de la época imperial que se ha renovado con el lujo y la modernidad más capitalista.
Recorrimos a pie los más de dos kilómetros y medio de Andrássy hasta el Parque Municipal o Városliget. Vimos cafés, librerías, teatros y tiendas donde turistas orientales compran lujo.
Nos detuvimos en el edificio neo renacentista de la mítica Ópera Nacional. (Fue el emperador Francisco José I quien financió ese teatro lírico a finales del s XIX con la condición de que ésta no fuera más grande que la Ópera de Viena)
A partir de la plaza Oktogon vimos mayor presencia de palacios y menos actividad comercial. Está la Casa del Terror, el Museo Franz Liszt, el Teatro de Marionetas y el antiguo Palacio de Arte.
Bajo una lluvia torrencial llegamos a la explanada de la Plaza de los Héroes y, si el día hubiese sido claro, hubiéramos contemplado esta avenida en toda su extensión.
Debajo del asfalto de este bulevar pasa la línea de metro llamada Foldalatti (pequeño metro) y es la más antigua de Europa después de la de Londres.
La Plaza de los Héroes es un conjunto (1896) que enmarca la historia húngara tras los Habsburgo.En el centro se eleva el Monumento al Milenio que simboliza el nacimiento de la nación húngara. Hay otras estatuas en semicírculo con otros personajes históricos.
Tiene también dos edificios: el Museo de Bellas Artes y el Palacio del Arte, (lo siento, sólo los vimos por fuera). El Museo de Bellas Artes es una de las pinacotecas más completas de Europa.
Atravesando la plaza se accede al Parque Városliget. Su kilómetro cuadrado de extensión acoge un Parque de atracciones con una de las pocas montañas rusas de madera del mundo. También un Parque Zoológico que abrió sus puertas en 1866 y la mayoría de las casas de animales están protegidas por su estilo secesionista. (La casa de los elefantes parece un palacio de las mil y una noches)
En este parque hay un lago artificial que tiene en el centro el Castillo de Vajdahunyad que reproduce monumentos de todo el país.
Muy cercano y separado por un pequeño bosque se descubre el Balneario de Szécheny, el mayor de Europa con las aguas más profundas y calientes de la ciudad, (el agua termal brota a 75ºC)
La imagen de sus clientes jugando al ajedrez dentro de la piscina sale en la mayoría de postales y guías turísticas. Rodeamos el edificio para ver y fotografiar la fachada opuesta que es la grandiosa entrada al balneario.
La columna del Milenio se iluminó, era hora de terminar la ruta. Desde la estación de metro Széchenyifürdö (M1 amarilla) regresamos al Mercadillo Navideño de la Basílica de San Esteban , delante de nuestro hotel.
Caminando por Váci Utca
Como en otros muchos lugares, tocar una parte de alguna estatua urbana se dice nos traerá suerte. En el caso de Budapest, esto sucede con la estatua del policía gordito. Si le tocáis la “barriguita” ¡¡no engordaréis!! (y teniendo en cuenta cómo es la gastronomía húngara, esto os va a ser de lo más útil en este viaje). Esta estatua fue creada por un joven artista cuyo abuelo era policía y lo inmortalizó de esta manera. Está situada en la calle Zrinyi, cerca de la Basílica de San Esteban.
Después del ritual de la foto juntos, nos dirigimos a la Basílica de San Esteban.
Leímos que esta Basílica es el templo más grande de Hungría porque puede cobijar unas 8.500 personas; es uno de los más altos de la ciudad (96 metros de altura), fue inaugurado por el emperador Francisco José y, por último, su campanario alberga la campana más pesada del país. Es de estilo neorrenacentista
Mientras Joseph subía a la torre para disfrutar de las vistas a 360 grados, Elvireta admiraba las obras de arte de su interior. Planta de cruz griega y altar mayor con la estatua en mármol de San Esteban. En una capilla se venera la mano derecha momificada del santo, fundador del Estado húngaro cristiano, que es la reliquia más valiosa para el catolicismo.
Luego disfrutamos de los alrededores, bajando hasta la Plaza Vörosmarty tér para visitar otro mercadillo navideño de día. Allí empieza la segunda calle emblemática de Budapest: Váci Utca. Es peatonal, por lo que se trata de un paseo muy agradable incluso para aquellos que no disfruten de las tiendas.
La construcción de Váci Utca comenzó en el siglo XVIII y algunas de sus casas son de esa época. No obstante, actualmente, la mayor parte de los edificios que se conservan pertenecen a los siglos XIX y XX.
Al final de esta calle nos encontramos con un impresionante edificio art nouveau de tejado coloreado: el Mercado Central (Nagycsarnok, s XIX)
El edificio atrae a primera vista y no sabes bien porqué. ¿Por el color de sus ladrillos, sus torres neogóticas, los techos revestidos de mayólica, el reloj …? No sé, tal vez por su aspecto de estación.
En el interior este Mercado tiene unos 180 puestos o tiendas que se distribuyen en tres plantas, donde se puede encontrar tiendas dedicadas a vender recuerdos para los turistas, restaurantes, puestos de comida rápida, ventas de frutas, verduras, hortalizas, carnes, especias, ventas de cervezas y charcuterías.
Allí se puede adquirir a buen precio todos los productos gastronómicos húngaros, (embutidos, especies, foie, semillas de amapola y paprika)
Comimos en un restaurante sabroso y barato, en el primer piso, Fakanál, donde sirven sopa y estofado goulash y pollo con pimentón, mientras escuchábamos música tradicional en directo.
Después de haber dedicado el día a esta zona del ensanche sur de Váci Utca, apetecía regresar a la orilla del Danubio y subir a la colina Gellért para tener una última panorámica de la capital húngara. Desistimos porque estos “jubiletas” no estaban para tanto ejercicio.
Un paseo por el barrio judío
El Barrio Judío de Budapest está en la parte de Pest, es decir, en la orilla oriental del Danubio, conocido oficialmente como el Distrito VII. La forma más fácil de llegar es por la calle Karoly, muy cerca de la estación principal de tren de Budapest.
La historia de este barrio es a la vez apasionante y trágica. Por un lado tiene la segunda sinagoga más grande del mundo y por otro fue el gueto donde se obligó a vivir a los judíos en los tiempos de la segunda guerra mundial y el holocausto nazi. Y llegamos por fin a uno de los monumentos que le teníamos ganas, la Gran Sinagoga de la calle Dohány.
La Gran Sinagoga de la calle Dohány
Es la segunda sinagoga más grande del mundo, después de la de Nueva York. Cuenta con un aforo de 3.000 personas. Para entrar hay que pagar entrada. Nosotros hicimos una visita guiada en castellano que nos ayudó mucho a entender la historia del Holocausto en Budapest y la construcción de la sinagoga.
Merece la pena saber que esta sinagoga fue auspiciada por la corriente hebrea llamada neolog, que propugnaba un mayor aperturismo de la sociedad judía.
Tiene 3 naves que recuerdan más a una catedral que a una sinagoga. Está completamente decorada, hay lámparas con más de 250 bombillas, vidrieras multicolor y un techo repujado alucinante. Otra característica es que hay órgano, pero lo toca un músico no judío, ya que, según su religión, los sábados los judíos no pueden trabajar. Vimos estrellas de David, candelabros de aceite con 7 brazos (la Menorah), y 16 Torá que son los rollos con los textos del antiguo testamento y las profecías donde se consolida su religión.
El Árbol de la Vida
Después de visitar el interior, salimos a visitar los patios que la rodean. Allí nos llamó la atención un sauce llorón de metal, llamado El Árbol de la Vida que rinde homenaje a los judíos que perecieron durante la segunda Guerra Mundial. En las hojas están grabados los nombres de muchas de las víctimas judías del holocausto nazi. Como curiosidad supimos que una de las mayores donaciones para su construcción la hizo el actor Tony Curtis, cuyo padre era un judío de Budapest.
Detrás de la Gran Sinagoga está el Museo Judío, que guarda una importante colección de arte y objetos de su comunidad. También está el Templo de los Héroes, con capacidad para 250 personas y construido entre 1929 y 1931 para recordar a los judíos que perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial.
Y pasamos al Cementerio judío, lugar donde descansan los que murieron de hambre y frío durante los dos duros y largos años del gueto. Nos dijeron que un cementerio allí es una rareza porque no se pueden construir cementerios al lado de las sinagogas. Pero la instalación de éste está justificada porque el invierno de 1944 fue tan frío que murieron allí mismo 2.000. Como no podían sacarlos, no hubo más remedio que improvisar un cementerio.
En la tradición judía, se ponen piedras en las tumbas en lugar de flores porque se cree que las piedras son «eternas», no son algo temporal como puede ser una flor cortada. De ahí la abundancia de piedras.
Seguimos paseando por el barrio judío
Paseando por el barrio judío encontramos muchos de los “ruin pubs”que son unos “bares en ruinas”, muy de moda en la capital húngara. Pero no os imaginéis el lugar como abandonado y decrépito. No, para nada. Estos bares, ubicados en edificios con más de 100 años de antigüedad han sido alquilados muy baratos y convertidos en lugares super originales, acogedores, alternativos y sobre-decorados.
Después de haber dedicado el día a este barrio apetecía regresar por Deák tér a la orilla del Danubio y para tener una última panorámica del Parlamento iluminado.