Nos despertó la primera llamada de los almuecines al “salat”. El altavoz de la pequeña mezquita que teníamos enfrente de nuestro hotel en Estambul sonaba fuerte. Era la primera oración del día, que es justo antes del amanecer.
En la calle ya había griterío y movimiento de gente y nosotros preparados rumbo a Capadocia.
Del diario de Jubileta :
Algo que llama la atención en lo que he visto hasta ahora de Turquía es la admiración que tienen por Atatürk. Calles, plazas, nombres de aeropuertos, estatuas en pueblos y ciudades … Atatürk (El padre de los turcos) fue el primer presidente del país durante quince años y su imagen se ve en billetes y monedas cuando cambias euros por Liras Turcas. Por otro lado se encuentra la bandera turca de fondo rojo, con su media luna y estrella blancas ondeando en todos los lugares posibles que se pueda colgar.
Nuestra ruta se encaminaba hacia la región turca de Anatolia Central, cruzando los montes Tauro hacia la provincia de Konya que está situada en el centro de esta árida y áspera estepa.
A lo largo de esta ruta pudimos ver campos y campos de opio; en Turquía está permitido su cultivo.
Del diario de Jubileta :
Estamos cruzando tierras bañadas por el Tigris y el Éufrates que nacen en estos montes. He visto un indicador de carretera señalando la dirección a Tarso.Mi cabeza recuerda aquel catecismo que nos hacían estudiar cuando éramos pequeños (El paraiso terrenal entre dos ríos- entre el Tigris y el Éufrates – allí nació la primera civilización – el apóstol Pablo de Tarso …) ¡Madre mía! ¡Estoy en lugares que cuando era pequeña, por tan lejanos, jamás pensé en visitar!
Después de muchos kilómetros llegamos a Konya. Esta ciudad es sin lugar a dudas la más austera de toda Turquía. Sus habitantes son musulmanes, respetuosos con la religión y muy conservadores. La mayoría de mujeres todavía se cubren de pies a cabeza con los velos negros (charchaf) y en muchos establecimientos difícilmente se puede adquirir alcohol.
Esta ciudad se remonta a más de 4000 años y es la cuna de las órdenes de derviches y es un popular sitio de peregrinación para musulmanes de todo el país.
Los derviches son una especie de místicos musulmanes (la mística árabe es conocida como sufí) conocidos por sus prácticas inusuales, en concreto una danza sagrada.
En el siglo XIII, cuando la ciudad era la capital del sultanato de Rum, acogió una importante masa de inmigrantes que huían de la invasión mongola. Entre estos recién llegados estaba la familia de Celaleddin Rumi, de origen afgano, uno de los filósofos-poetas místicos más importantes de todo el mundo, cuya influencia continúa hasta nuestros días.
Se le llama habitualmente Mevlana Rumi. Mevlana significa etimológicamente “Maestro de los maestros”. Él creía que "la música y la danza representaban un medio para inducir un estado estático de amor universal”.
Así, tras su muerte se fundó la Orden Mevlevi, más conocida como los derviches danzantes, que se expandió por todo el imperio otomano.
La parte principal de sus rituales es el Sema, una danza simbólica que representa el viaje espiritual del hombre que, a través de la razón y el amor, alcanza la perfección con Dios.
Poco a poco los derviches pasan de un estado al otro. Cuando giran simbolizan la ascensión hacia el amor divino. Después vuelven al estado de sumisión, hacen una reverencia y detienen la danza en seco.
La visita principal en la ciudad de Konya es el Museo Mevlâna y el Mausoleo. Este conjunto fue construido por Sinan, uno de los arquitectos otomanos más famosos, y se calcula que recibe más de dos millones de visitantes por año.
El interior contiene la tumba de importantes derviches, la del propio Mevlâna e incluso reliquias como pelos de la barba de Mahoma.
Del diario de Jubileta :
En el Mausoleo he quedado impresionada por las lágrimas de muchos peregrinos musulmanes que no podían ocultar sus emociones al contemplar las tumbas y reliquias.He visto los dos mundos: por un lado, grupos de fervientes peregrinos y por otro viajeros contemplando la danza de los derviches como atracción turística.El espectáculo se ofrece en un escenario original degustando té de canela o café turco y pudiendo fumar en narguile (objeto que se emplea para fumar tabaco especial de distintos sabores )
De nuevo en ruta visitamos un Caravanseray, o sea, un palacio de caravanas. Era una especie de refugio defensivo y albergue para comerciantes, peregrinos o soldados que hacían la ruta de la seda y paraban a descansar.
Allí tenían todos los servicios: mezquita, hamam, alojamiento y comida. El gobierno no les cobraba nada por alojarse porque quería asegurarse de que los comerciantes llegasen bien a su destino y así poder cobrarles los impuestos, que es de donde obtenían beneficios.
Este caravanseray era el de Sultanhani que dicen fue el más importante, el más grande y el más espectacular porque se encontraba en medio de la nada. Actualmente está acorralado por las casas del pueblo lo que dificulta su valoración original.
La primera impresión, desde el exterior, es su robustez y seguridad para tranquilidad de aquellos viajeros: torres muy altas, muros muy gruesos y sólo dos puertas de entrada.
Atravesamos la estepa turca, una zona llana, llena de praderas secas que llegan hasta el horizonte. Vimos algunas pocas montañas, en la distancia, que rompían la monotonía de este salvaje páramo. Es la estepa que recorrían las antiguas caravanas de la famosa Ruta de la Seda, que unía la antigua Europa con el continente asiático.
Del diario de Jubileta :
¡Me siento feliz y libre observando el paisaje que nos da esta tierra turca! ¡Es tan distinto a lo que estoy acostumbrada!He probado la cocina tradicional de esta zona en una posada del siglo XII transformada en un sencillo restaurante.Nos han servido Lahmacum, muy parecido a la pizza, ( con carne picada, cebolla, limón, perejil y especias sobre una masa finísima de pan, todo enrollado)Luego Testi Kebabi, estofado de cordero (con berenjenas, tomates, ajo y cebolla) cocinado en una plancha, (una paella sin borde ni asas)De postre, el típico Baclava, pastel de hojaldre relleno de pistachos y jarabe de miel.
Por fin divisamos el volcán Hasan que señala el límite con Capadocia. De nuevo noté esas cosquillas en el estómago que siento cuando llego a una lugar por primera vez.
Nos instalamos en Nevsehir, capital y puerta de entrada a Capadocia que nos sirvió de “campamento base” para conocer toda la zona.
Capadocia significa “la tierra de los caballos bellos”, según el folleto turístico de esta región histórica de Anatolia Central. Este lugar está situado entre tres ciudades, Nevsehir, Avanos y Urgup, formando un triángulo que cada uno de sus lados mide unos 20 km.
Hace muchos miles de años la lava de los volcanes cubrió toda la región de toba (una roca porosa hecha de cenizas y pequeñas piedras perforadas) y más tarde de lava basáltica que, al enfriarse, se convirtió en una piedra muy dura. Así los volcanes de Anatolia transformaron los valles y las colinas de la región en una meseta.
Más tarde, la erosión causada por el viento y la lluvia fue aprovechando las grietas en el basalto para llegar a la toba más blanda y así formar este maravilloso paisaje lunar: majestuosos valles de agujas, conos retorcidos y las famosas “chimeneas de las hadas”
Estas "chimeneas de las hadas" son unas formaciones en las que el capricho de la naturaleza se expresa con un bloque de basalto en equilibrio sobre la toba. A modo de paraguas, resguarda el cuello inferior de la lluvia, pero la erosión continúa más abajo hasta que finalmente vence el peso superior y la chimenea se arruina. Pero a su alrededor cientos de nuevas chimeneas están actualmente en formación, asegurando que los Pitufos, como diría mi nieto, tengan refugio durante unos cuantos millones de años más.
Después el ingenio humano esculpió casas en esas rocas, iglesias hechas en las cuevas y ciudades subterráneas al mejor estilo troglodita.
Capadocia es sin duda un lugar único, mágico, extraño y sugerente, diferente a todo lo que había visto.
No hay un lugar mejor para apreciar este paisaje fantasioso que el Valle de Göreme y su Museo al Aire Libre.
Este espacio abierto tiene las típicas formaciones geológicas de Capadocia con un gran número de iglesias trogloditas excavadas en su interior. Son iglesias muy pequeñas y siempre hay grupos de viajeros haciendo cola para visitarlas.
Vimos las de Santa Bárbara, la de La Manzana y la de La Serpiente. Todas del siglo XI, oscuras, sin ventanas, y esa falta de luz fue lo que ha hecho que se conservase el color de los frescos y los protegiera de los iconoclastas musulmanes que ocultaron bajo una capa de pintura las imágenes de las más de 300 iglesias de la zona.
A escasos minutos se encuentra Pasabagi que es el valle donde se hallan las “chimeneas de las hadas”, a pie de carretera, muy cercanas, a tocar. Así que dejamos el coche en el arcén y nos fuimos a explorarlas.
Primero nos subimos a una pequeña colina para tener una panorámica del conjunto que realmente impresiona. Luego caminamos hasta pasear entre ellas y poder apreciar sus curiosas formas. Algunas son realmente grandes y a otras se puede acceder incluso a su interior, pero todas tienen un denominador común: un tronco de toba ancho y blanquecino coronado por otra piedra acabada en punta de un color más oscuro.
Una de las actividades más atractivas para saborear la belleza de esta región es contemplarla desde los cielos en un globo aerostático. Su clima resulta perfecto y cada madrugada son muchos los que se encaraman en esos globos para, entre risas y nervios, disfrutar de una de las vistas más bellas del mundo. Desde las alturas, las singulares formaciones rocosas parecen aún más extravagantes, los colores más intensos y el amanecer más completo.
La siguiente jornada la dirigimos por la orilla del río Rojo hasta Avanos, conocida por la fabricación de objetos de cerámica. En sus tiendas todavía se puede ver los alfareros que con los mismos tornos de hace siglos trabajan el barro.
Toda la región tiene una industria artesanal hecha a partir de productos propios, entre los que están la plata, la piel, la alfarería y la lana.
En viajes turísticos organizados se programan visitas a “fábricas” de alfombras, a “joyerías” y tiendas de “artesanía en piel”. En todas ofrecen los productos siempre precedidos de un té de manzana fresquito.
Ese sistema de compra con regateo incluido, que a mi no me parece serio, hace que resulte un poco agobiante y pienso que la mayoría de productos se pueden conseguir en otros lugares.
Uchisar, fue otra parada obligada. Contemplamos una gran montaña perforada que fue un poblado troglodita de época bizantina y turca. Hoy está abandonado por deterioro natural.
Y otra vez la fila de tiendas en la curva de la carretera que nos indica el mejor lugar para parar y hacer fotografías. Vale la pena pasar tras ellas y subir por la colina, explorando otros lugares donde nos lleve la intuición. Cualquier recorrido vale la pena.
Del diario de Jubileta :
Hoy he visto salir el sol y me ha venido a la cabeza una de las canciones de Lole y Manuel ( ...el sol, joven y fuerte, ha vencido a la luna que se aleja impotente del campo de batalla…). La bola de fuego enseguida lo ha caldeado todo.En Göreme, cuando iba por la cuarta iglesia se me ha hecho un poco repetitivo y me he sentado a observar los contornos de esos gigantes de piedra que son las “chimeneas de las hadas”. Es como jugar a adivinar las formas de las nubes: parece un sombrero, ahora una foca, más adelante un caballoJunto a la carretera se encuentran paraditas con lugareños que por pocas TL te ofrecen collares, pañuelos, cerámica o muñecas de trapo vestidas con el traje de fiesta de las campesinas. Por poco dinero tienes un recuerdo entrañable y ayudas a la economía de esas personas que hacen estos objetos con sus manos.
La última jornada la dedicamos a explorar el valle de Güvercinlik o de las palomas. Este valle de 6 kilómetros, de arena blanca, conecta las ciudades de Görema y Uchisar Se llama así por las muchísimas palomas que desde hace siglos han convivido con los seres humanos en perfecta armonía. Antiguamente las usaban como aves mensajeras y como fertilizante para las cosechas de calabaza o para la vid.
Actualmente las palomas ya no juegan un papel tan importante, pero sus casas-palomares aún se mantienen. Se encuentran sobre pilares roca y son numerosas en este valle.
Luego, por la carretera que lo bordea, llegamos a la siguiente parada: la ciudad subterránea de Özkonak
De ciudades subterráneas nos dijeron que hay unas 36 en total. Allí se refugiaban los primeros habitantes cuando iban a ser atacados. La vida bajo tierra podía transcurrir durante largos meses, ya que estaban equipadas de todo lo necesario para sobrevivir: orificios de ventilación, graneros y hasta establos para los animales.
Del diario de Jubileta :
Estas ciudades subterráneas me han parecido unos lugares claustrofóbicos y húmedos y no he entrado. ¡Lo siento!
Mientras esperaba que Joseph saliera, he comido una ración de çömlek kebab, (carne picada cocinada en una vasija de barro y dentro de un horno de piedra). Acompañada de un vino dulce de la región. Luego un aromático té de manzana. (Mi ratito de independencia)
En un vuelo Pegassus desde el pequeño aeropuerto de Nevsehir regresamos a casa.