dilluns, 3 d’abril del 2023

ALTEA, MIRADOR DEL MEDITERRÁNEO

 



Una de los regalos viajeros que más recuerdo de mis escapadas de juventud es la imagen de una plaza con una iglesia de la que sobresalen dos cúpulas de tejas vidriadas azules y blancas.

Sin duda esa visión representa la imagen más fotografiada de Altea y también de la Costa Blanca de Alicante.

Altea es una población con el encanto bohemio de un pueblo mediterráneo bien conservado. La primera vez que la visitaba fui atraída por dos personajes famosos del mundo de la farándula de mis años mozos, en ese pueblo vivían Marisol y Antonio Gades.
 



Hemos tenido el placer de volver en otras ocasiones, de día y de noche, pero  es el atardecer cuando Altea luce hermosa porque es en este momento cuando su casco antiguo despierta, las tiendas de artesanía, los restaurantes y los bares abren y las luces lo iluminan todo.




Desde lejos, ya se divisa la cúpula azul y blanca de la iglesia de la Virgen del Consuelo, emblema del pueblo. Estas cúpulas son preciosas y marcaron la pauta del estilo arquitectónico de la zona. Hoy en día es como una seña de identidad de esta zona las casitas que se hacen con esa clase de cúpula.

Entramos por el Portal a la Calle Mayor. Ésta es una calle empedrada que conserva el encanto de los pueblos mediterráneos y va desde dicho Portal hasta la Plaza de la Iglesia, Tiene un comercio basado fundamentalmente en la artesanía.




Pero el resto de este casco antiguo parece no existir hasta que uno empieza a subir. Las calles convertidas en escaleras, o las escaleras convertidas en calles.

Entonces aparecen las casas blancas encaladas, paredes donde asoman buganvillas de un morado subido, jazmines florecidos de intenso perfume enredados en preciosas rejas, calles escalonadas, empedradas, empinadas. Desde una minúscula plaza se ven sólo techos envejecidos.

Al subir un poco más, se llega a otra plaza desde donde ya se ve el mar. Luego, la plaza de la Iglesia, el punto más alto. Es el lugar indicado para tener las vistas panorámicas más hermosas.

Lo que se ve no tiene desperdicio: la noche ha lavado el mar, las sierras, el cielo y la playa. Es bonito y romántico.


































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