dissabte, 1 de maig del 2021

De ruta por Turquia: ESTAMBUL DÍA 2

 


En la inauguración de Santa Sofía, dicen que Justiniano dijo: “Oh Salomón, te he superado” Desde entonces su obra sigue levantando elogios y a mi me ha robado un trocito de corazón. Me ha gustado mucho, mucho.

Los otomanos la transformaron en mezquita y hoy es un museo abierto a todas las creencias. Es un ejemplo de cómo la belleza es capaz de sobrevivir a la destrucción de las religiones. Su interior lo pisaron romanos, griegos, musulmanes, incluso dicen que los vikingos, y todos quisieron que su huella perviviera en ella.

La entrada es algo cara (20 TL), pero merece la pena porque es un lugar impresionante por su tamaño, por la belleza de su interior, sus bellos mosaicos bizantinos, sus lámparas, las altísimas columnas, los medallones decorativos, la gigantesca cúpula que parece flotar por la ausencia de columnas ... ¡Un paraíso para los amantes del arte !



Me despido de Santa Sofía pensando que es uno de los edificios más hermosos que yo nunca he visto.


A pocos metros de Santa Sofía está la Gran Cisterna, construida en el año 532 en pocos meses. Era el lugar donde se almacenaba el agua que se traía a través del acueducto de Valente. Dentro el espectáculo de combinación de luces y la música clásica que suena le da una atmósfera mística. (Entrada 10 TL)





Y luego vamos a la Mezquita de Solimán el Magnífico porque dicen que hay que verla por ser la obra cumbre del famoso arquitecto del imperio otomano, Sinan.



Callejeando cruzamos el Puente Gálata hasta llegar al muelle de Eminön donde salen los barcos que hacen los cruceros por el Bósforo, estrecho que separa los dos continentes y une el Mar Negro con el Mar de Mármara.

 



Bósforo significa “lugar de paso de vaca”. Según la mitología griega, Zeus convierte a su amante embarazada en una vaca para protegerla de su mujer. Su mujer se entera de lo que pasa y manda un tábano para molestarla. La vaca se ahoga en el estrecho cuando quiere escapar del tábano. La hija nacida de esos amores, Ceroessa será la madre del fundador de la ciudad, Byzas (de ahí Bizancio)

Después de esta explicación comento que para hacer el crucero hay varias opciones:

Las excursiones más económicas se encuentran cerca de los barcos que venden bocadillos de pescado, en la orilla del Puente Gálata. Se organizan paseos de casi dos horas de duración por menos de 10 TL.

Hay recorridos de tres horas (ida y vuelta) en barcos de dos pisos y con muchos turistas a bordo. Se consigue billete por 15 TL, guía en castellano e incluyen varias paradas.

También se montan cruceros de día completo en barco privado, con pocos pasajeros, guía, comida incluida en el barrio de Kumkapi y visita al Palacio de Beylerbeyi.(Unos 60 euros)






Una visita a Estambul sin recorrer el Bósforo no está completa. Recorrerlo es comprender el por qué de su multiculturalidad. Gracias al Bósforo la cultura clásica y la oriental podían comunicarse y comprenderse.

Me gusta esa sensación de navegar por aguas tranquilas divisando ambas orillas y saboreando un té de manzana lentamente mientras Joseph, mi marido, hace montones de fotografías.





El horizonte de Estambul, desde la cubierta del barco, es uno de los paisajes urbanos más famosos del mundo y da una perspectiva totalmente diferente de la ciudad.

Una vez embarcados, durante el paseo, vemos el barrio bohemio de Ortakoy, las fortalezas de Anatolia y Rumelia, las típicas casas de madera “Yali”, el palacio de Beylerbeyi (lo visitamos haciendo una parada en el crucero) y nos deslizamos por debajo del monumental puente intercontinental.




Vemos, también, impresionantes viviendas situadas a lo largo de la costa y que son residencia de personas, turcas y extranjeras, con un elevado nivel de renta.







No recuerdo ya más nombres porque dejo descansar mi libreta viajera y me dejo llevar por el embrujo de Estambul al anochecer.

Luego vienen los resplandores. El puente del Bósforo atrae las miradas de todos los viajeros con un espectáculo de luces de colores maravilloso.

Al bajar, una de las estampas más auténticas son los pescadores que a lo largo y ancho del Puente Gálata pasan las horas esperando conseguir la mercancía deseada.








Bajo el puente se encuentra un gran número de restaurantes que no os recomiendo, ya que aunque a primera vista parezca una buena idea quedarse a degustar los platos que insistentemente te ofrecen, no son los mejores lugares para degustar el preciado pescado. Nosotros lo supimos después. Eso sí, las vistas que desde allí contemplas son insuperables.

La noche termina callejeando por los alrededores. Vemos vendedores ambulantes, jóvenes haciendo hogueras y asando pescado con una cerveza Elbes en la mano, Sentimos el olor a mar, a pescadito frito y a narguile de manzana o cacao. Como fondo siempre el sonido de las gaviotas.

El Puente Gálata puede ser un bello resumen de Estambul.



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